DOBLE LLAVE – El envejecimiento es un proceso inevitable que afecta a todos los seres vivos. Sin embargo, existen factores que pueden acelerar o ralentizar el reloj biológico, dependiendo de nuestro estilo de vida y nuestros hábitos.
Cuida tu alimentación
La alimentación es uno de los pilares fundamentales para prevenir el envejecimiento prematuro y las enfermedades asociadas a él.
Una dieta equilibrada, variada y rica en nutrientes nos ayuda a mantener un peso adecuado, a proteger nuestro corazón, a fortalecer nuestro sistema inmunológico y a prevenir el estrés oxidativo, que es el principal responsable del daño celular.
Algunos alimentos que no deben faltar en nuestra dieta son las frutas y verduras frescas, los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos, las semillas, el pescado azul, el aceite de oliva virgen extra y el té verde.
Haz ejercicio regularmente
El ejercicio físico es otro factor clave para retrasar el envejecimiento de forma natural. El ejercicio nos ayuda a mejorar nuestra circulación sanguínea, a oxigenar nuestros tejidos, a tonificar nuestros músculos, a aumentar nuestra masa ósea, a liberar endorfinas y a mejorar nuestro estado de ánimo.
Lo ideal es practicar una actividad física que nos guste y que se adapte a nuestras capacidades, al menos tres veces por semana durante 30 minutos. Algunas opciones son caminar, nadar, bailar, hacer yoga o pilates.
Hidrata y protege tu piel
La piel es el órgano más grande del cuerpo y el que más refleja los signos del envejecimiento. Para cuidarla y mantenerla joven y luminosa, es importante hidratarla diariamente con cremas adecuadas a nuestro tipo de piel y que contengan ingredientes naturales como el aloe vera, la rosa mosqueta o el aceite de argán.
También es fundamental protegerla del sol con un factor de protección solar adecuado y evitar la exposición prolongada y sin protección, especialmente en las horas centrales del día.
El tabaco y el alcohol son dos sustancias que aceleran el envejecimiento de forma notable. El tabaco reduce la oxigenación de la piel, favorece la aparición de arrugas y manchas, aumenta el riesgo de cáncer y otras enfermedades respiratorias.
El alcohol deshidrata la piel, altera el sueño, daña el hígado y aumenta la presión arterial. Por eso, lo mejor es evitar o reducir al máximo su consumo.
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Gabriel Velásquez
Con información de medios internacionales
Fuente de imagen referencial: Unsplash/Jeremy Mcknight
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