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Los venezolanos conmemorarán este martes los 60 años del fin de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, en un ambiente distinto a décadas pasadas por la crisis económica y el cuestionamiento de las normas democráticas tras casi dos décadas de Gobierno bolivariano.

La fecha del 23 de enero de 1958, que marcó el inicio de una democracia de 40 años dominada por dos partidos -el socialdemócrata AD y el el socialcristiano COPEI-, será recordada tanto por partidarios del presidente, Nicolás Maduro, como de la oposición, que tiende cada vez más a calificar al Gobierno de «dictadura».

Aquel 23 de enero, un alzamiento militar apoyado por partidos políticos y una movilización social logró la salida del poder de Pérez Jiménez (1952-1958), poniendo así fin a una siniestra dictadura caracterizada por la dura represión de la oposición pero que también tuvo una cara de modernidad con la construcción de infraestructuras, vías y edificios emblemáticos.

Tras la caída, AD, COPEI y el partido Unión Republicana Democrática (URD) suscribieron un pacto para las características políticas de la nueva etapa, dejando de lado al Partido Comunista de Venezuela, el cual fue clave en el movimiento de resistencia y agitación contra la dictadura.

AD y COPEI se alternaron en el poder entre 1959 y 1999, cuando el comandante y después presidente Hugo Chávez acabó con ese esquema político, después de haber fracasado en un intento golpista en febrero de 1992.

El historiador Elías Pino Iturrieta señaló que aunque se habla del aporte de grupos civiles, los protagonistas del levantamiento de hace 60 años fueron los militares de entonces. «Fueron ellos los que provocaron cambios en el alto mando y en el equipo ministerial, capaces de animar reacciones en la base de una pirámide cuyos miembros se caracterizaban por la pasividad», dijo.

Actualmente en día son tradicionales las marchas y concentraciones en memoria del episodio, en las cuales el oficialismo llama «tiranía» al sistema político que se estableció después de 1958, en virtud del llamado pacto partidista de Punto Fijo, mientras que la oposición reivindica los logros, libertades y avances sociales de la democracia hasta 1998.

También esta vez los dos sectores buscarán apropiarse del espíritu rebelde de la fecha, en medio del deterioro económico, la desconfianza del voto como herramienta para el cambio político y el empeño de Maduro de imponer la Asamblea Constituyente, dominada totalmente por el chavismo y con poderes plenipotenciarios, con la cual busca sostenerse en el poder.

Maduro, quien se declara socialista, dijo que el oficialismo llevará a cabo una serie de actos en la conmemoración para exaltar el espíritu de la fecha. En años anteriores acusó a Acción Democrática (AD) y a COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente), que se alternaron en el poder, de haber traicionado el propósito de la democracia al instaurar un sistema bipartidista corrupto y de espaldas al pueblo.

A la vez, los partidos que conforman la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) tienen previsto firmar un acuerdo para presentarle al país un programa de oferta electoral para las presidenciales de este año y la organización de unas primarias para escoger a su candidato presidencial.

La nueva fecha está emarcada en la incipiente batalla por las presidenciales, en las que Maduro buscará una reelección, y la consternación en el país por la muerte del expolicía rebelde Óscar Pérez y seis de sus compañeros en una operación de las fuerzas de seguridad la semana pasada.

El grupo opositor Vente Venezuela, de la exdiputada María Corina Machado, convocó concentraciones en todas las regiones del país con el lema «que los héroes nos unan», en referencia al grupo del Pérez, cuya muerte generó desconcierto en la oposición y denuncias de los defensores de derechos humanos.

«En Venezuela no hay elecciones, hay adjudicaciones. La Constituyente es quien decide cuándo hay elección, quiénes son los candidatos, en qué términos compiten, así como quién gana y quién pierde», señaló Machado, quien propone un proyecto a favor de la libertad económica.

Maduro impulsó el año pasado la elección de la Constituyente, que la oposición considera fraudulenta y ha sido desconocida por varios países. La Asamblea fijó las elecciones de gobernadores y alcaldes, en la que el chavismo arrasó, mientras la oposición denunció una serie de irregularidades electorales.

En el proceso, los dirigentes de la MUD quedaron enfrentados, lo que desanimó a sus votantes, profundizó las diferencias y restó confianza en el voto como forma constitucional para retarle el poder a Maduro.

El analista Luis Vicente León, de la encuestadora Datanálisis, señaló que mientras más fuerte sea el deterioro del país, más primitiva la economía y más autocrático el gobierno, la probabilidad de su permanencia en el poder se amplifica, como aumenta el riesgo de que el país quede sumido en una condición más deplorable.

«No vemos en este momento una salida clara a la crisis», dijo en un informe publicado en el portal de debates.

Néstor Rojas Mavares (dpa).

Con información de dpa.

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