DOBLE LLAVE – La llegada de los talibanes al poder no ha supuesto como habían prometido la ilegalización del cultivo de opio en Afganistán, el principal productor global, sino que será un proceso gradual ante la grave crisis económica que vive el país, que empujó además a la drogadicción a miles de afganos sin empleo.
Una espesa niebla con olor a droga quemada sale de debajo de uno de los puentes de Kabul, donde una multitud se reúne a diario en el cauce seco del río para comprar y consumir opio.
Bajo el puente, donde muchos de ellos residen, se sientan a esperar la mercancía, y cuando llega, se tapan con un pañuelo para fumar la droga en grupo, mientras varios vendedores ambulantes pasean por la zona para ofrecer té, cigarrillos y pasteles.
El incremento significativo de drogadictos se relaciona sobre todo a la severa crisis humanitaria que atraviesa Afganistán tras décadas de conflicto y una severa sequía, una situación agravada tras la llegada al poder de los talibanes el pasado 15 de agosto, después de que se suspendieran los fondos para la reconstrucción del país.
Falta de centros de rehabilitación
La falta de apoyo internacional, sumado a la retirada de muchas de las asociaciones humanitarias, provocó el cierre de la mayoría de los centros de rehabilitación de drogadictos, lo que dificulta aún más las pretensiones de los talibanes de acabar con el consumo.
«A pesar de nuestros esfuerzos por encontrar patrocinadores (…) para administrar los centros de tratamiento, no encontramos donantes para apoyar los esfuerzos por disminuir la cantidad de drogadictos en el país», señaló a Efe el Dr. Mohammad Nasir Sharifi, director del programa gubernamental Reducción de la Demanda de Drogas (DDR).
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Gabriela Morales
Con información de agencias de noticias, medios internacionales y redes sociales
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