Para los amantes de los mariscos y los no tan amantes, especialmente de los langostinos, es importante tener una guía sobre cómo consumir este sofisticado aperitivo, tomando en cuenta algunos consejos para su preparación y cómo regular su consumo para no afectar la salud.
Cada ocasión es distinta y cada langostino es diferente. Probablemente surjan situaciones en las que conocer sus particularidades puede ser una gran ventaja al momento de degustar.
- La principal distinción entre los langostinos es identificar si son salvajes o de cría, y a simple vista no hay grandes diferencias, razón por la cual puede variar la calidad del manjar.
- Si cuesta quitar la piel y está muy pegada, la calidad no es de primera y esto se debe a que el langostino puede tener la piel muy fina, por lo que se pega al músculo. O puede suceder que, cuando las cabezas están muy flojas y todas se caen, denota una calidad inferior, pero no quiere decir que sea mala.
- Si se compran congelados, lo ideal es que no haya escarcha, ni colores desteñidos o dorados que muestren al producto seco mala rotación del frío. Por el contrario, deben tener el aspecto más fresco y refrigerado posible, sobre todo para que no cause reacciones alternas en el organismo.
- Los langostinos pueden servirse juntos como pasapalos y en raciones individuales, pero siempre en función de lo que se pretenda con el evento para el cual se haya preparado. Teniendo en cuenta la higiene y la delicadeza con la que se debe tratar este tipo de marisco.
- Siempre es mejor hervirlos en casa. Deben lavarse bien para eliminar cualquier residuo marino o de manipulación por las empresas que los hayan empacado. Se debe poner a hervir el agua en una cantidad equivalente a un kilo de langostinos, dos litros de agua y ponerlos 40 segundos al minuto y medio. Tras la cocción se introducen en hielo para servirlo fresco y a una temperatura que no llegue a extremos, ni desagrade al paladar.
- Los anfitriones deberán valorar si los langostinos que sirvieron se consumirán con las manos o con cubiertos, dependiendo de la ocasión, el lugar y los invitados.
- El debate entre chupar o no la cabeza del marisco permanece sobre la mesa y lo más indicado es conocer lo que se está comiendo.
Especialistas consideran que en ese lugar es donde se encuentra el verdadero sabor del langostino, sobre todo si son frescos y el producto es salvaje. Pero en la cabeza se encuentra el aparato digestivo del animal y al consumirlo se injiere la materia orgánica que estaba en ese sistema gástrico.
Si se comen con cubiertos, hay maneras de comerse las cabezas pero desgranándolas con la pala y tenedor de pescado.
- Para las personas con el colesterol y el ácido úrico altos, es importante prevenir reacciones más severas por el consumo excesivo de langostinos, debido a que aporta unos 75 mg de colesterol por 100 g de alimento. Si tomáramos una ración de 200 gramos (que son cinco langostinos medianos) tomaremos unos 150 mg de colesterol.
- Igualmente, es importante tomar previsiones para evitar una indigestión. El nivel normal ronda entre los siete u ocho langostinos por persona. Aunque esto también depende de la tolerancia que tenga cada individuo.
NG
Con información de agencias.
Fotografía Gettyimages.
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