La crisis dentro de la gran crisis ha estallado ante el incumplimiento de las promesas gubernamentales decembrinas
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DOBLE LLAVE – A pesar de que en recientes declaraciones el presidente de la República Nicolás Maduro aseguró que al pueblo venezolano «nadie le quita la felicidad de la navidad» en horas de la madrugada del pasado 27 de diciembre en distintas barriadas en la capital y en algunas zonas del interior del país cientos de personas protestaron debido al incumplimiento de las múltiples promesas realizadas por el oficialismo al inicio de la temporada navideña que se quedaron solo en palabras.

Este fenómeno ocurre precisamente cuando la «revolución» pretendía celebrar su gran éxito en las elecciones realizadas durante el año, que ahora se ven opacadas ante el alud de problemas que enfrenta el país. De hecho, la crisis dentro de la gran crisis ha estallado sobre todo ante el incumplimiento de las promesas gubernamentales, con un detonante que pudiera parecer folclórico, pero que no lo es en absoluto: el pernil de carne de cerdo, manjar tradicional en las mesas criollas durante la Navidad.

«Fuimos excluidos de las bolsas de comida, ¿qué pasó con el CLAP (mecanismo de distribución de comida subvencionada, la versión moderna de la libreta cubana de racionamiento). Queremos respuestas”, rezaba la pancarta de un grupo de vecinos de la Cota 905. No se trata solo de uno de los alimentos favoritos de la Navidad, sino también de la única forma de alimentarse con carne ante los precios estratosféricos en el mercado de un producto desaparecido durante varias semanas.

“¿Qué pasó con el pernil? Nos sabotearon. Puedo decirlo de un país, Portugal. Estaba listo, porque nosotros compramos todo el pernil que había en Venezuela. Todo. Pero teníamos que importar y así di la orden y firmé los pagos. Pero nos persiguieron las cuentas bancarias y los barcos“, se justificó el presidente. Dicha acusación entró en colisión con sus propias declaraciones del 3 de diciembre, cuando en otra de sus constantes apariciones televisivas afirmó que los primeros 400.000 perniles, “los mejores del mundo”, habían llegado desde Portugal.

También 10 millones de juguetes, otro de los elementos navideños que ha irritado sobremanera a los venezolanos. Un buen grupo de militantes chavistas se lanzó a las redes sociales para protestar ante la baja calidad de unos juguetes llegados de China. Varios de los modelos entregados se comprobó que eran para perros y no para niños.

Diosdado Cabello, jefe del ala militar revolucionaria, también culpó a EEUU del fracaso en la distribución de pernil. Freddy Bernal, jefe de los CLAP, incluyó a la oposición en la nueva conspiración, culpando a “Julio Borges (presidente del Parlamento) y sus lacayos” del saboteo de 5.000 toneladas de pernil.

Sin embargo la realidad es que los productores nacionales de cerdo avisaron de antemano que en Venezuela solo hay actualmente 44.000 madres cerdas y que el gobierno no aporta las divisas necesarias para importar más. El sistema de controles de cambios y precios atribuye al estado el monopolio de los dólares, obligando a empresarios a acudir a un mercado negro donde el billete verde americano se cotiza por encima de los 100.000 bolívares.

Estas protestas populares espontáneas se han sumado a los racionamientos de gasolina y electricidad. El derrumbe de Petróleos de Venezuela (PDVSA) ha repercutido de tal forma en la producción y distribución del combustible que el gobierno ha ordenado racionarlo en al menos ocho estados. Primero fueron Lara y los estados llaneros de Cojedes, Portuguesa, Apure y Barinas. Desde hace algún tiempo la sorprendente medida se ha extendido a Táchira, Mérida y Zulia, que alberga en sus entrañas toneladas y toneladas de oro negro.

“Todo vehículo sedán (deberá) abastecerse hasta 30 litros de llenado por vez, los pick up, camiones y volteo, 35 litros, exceptuando aquellos que transporten carga de productos perecederos”, más cinco litros por motocicleta, precisa el comunicado interno de PDVSA. Una operación que busca limitar el habitual contrabando después de todo un mes marcado por el desabastecimiento provocado por el “bloqueo internacional” y las sanciones. La realidad es que las maltrechas refinerías locales solo son capaces de producir 50.000 barriles por día de la gasolina más barata del mundo para un mercado nacional que necesita 200.000 barriles. Los impagos de la petrolera estatal dificultan la importación del resto del combustible.

“Mantener el control social no es fácil. En la medida que tu margen de maniobra financiera se reduce, te complicas más como gobierno. Las aguas pueden desbordarse pronto, estamos en medio de un catarro sin pañuelo”, adviertió para el diario El Mundo Piero Trepiccione, politólogo del centro de pensamiento de los jesuitas quien desde hace meses previene los peligros que entraña una situación social al límite. “El gobierno trata de seguir aupando el populismo y los compromisos internos con el apoyo de Rusia y China, favorecido por la encrucijada política mundial. No obstante, ese apoyo tampoco es absoluto”, resumió.

Ninoska Moncada / @ninoskamci

Con información de El Mundo

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