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DOBLE LLAVE – Los grafitis pintados sobre plantillas abundan en las paredes y edificios del centro de la ciudad así como de muchos barrios de Caracas. Uno que particularmente llama la atención es la silueta de un hombre rodilla en tierra y apuntando con un fusil. Sobre ella, una leyenda: «Los colectivos toman Caracas en defensa de la ¡Revolución!», el cual fue reseñado en un reportaje especial de BBC Mundo.

También este tipo de mensajes están sobre los muros blancos externos del Palacio Legislativo, asaltado el miércoles pasado por un grupo de civiles afines al gobierno de Venezuela.

Los líderes de la oposición los llaman «paramilitares», mientras la fiscal general, Luisa Ortega, los define como «grupos civiles armados al margen de la ley». En la calle los conoce simplemente como «colectivos», y además suelen ir encapuchados.

Muchos tienen un papel muy político asociado a una larga tradición de izquierda. Eso los vinculó a Chávez y a la revolución bolivariana, ahora comandada por el presidente Nicolás Maduro; mientras otros controlan con armas e impunidad algunas zonas desde hace años, según denuncian vecinos y ONG.

En fotos y videos publicados en redes sociales y medios de comunicación locales en las últimas semanas han quedado retratados civiles con armas de fuego.

Aunque es difícil englobar a los colectivos y muchos grupos declinaron hablar con BBC Mundo, algunos líderes de varios colectivos para saber qué piensan y conocer cómo se articulan con las fuerzas de seguridad del Estado.

«Anillos de seguridad»

Junto a un grupo de motorizados de la Fundación Domingo Rebolledo BBC Mundo subió una mañana de mayo a las empinadas calles del barrio de La Vega, en el oeste de Caracas.

La Fundación se define orgullosamente como colectivo. La forman 64 personas, entre ellos 40 motorizados que tienen también otras misiones. «Somos anillos de seguridad del pueblo, de la patria», dice Juan, nombre ficticio de uno de los líderes, que prefiere mantener el anonimato por temor a represalias.

«Somos organizaciones que hemos sido creadas como medidas de seguridad para defender el modelo de gobierno, al pueblo y a los cuadros políticos», afirma. En los últimos meses, ese trabajo se ha multiplicado con las continuas protestas callejeras contra el gobierno.

Members of a militant grassroots groups, called «colectivos», who view themselves as the defenders of revolutionary socialism but are denounced by opponents as thugs, are seen outside Miraflores Palace in Caracas, Venezuela, REUTERS/Christian Veron

De negro y con el rostro cubierto

Juan asegura que la propia policía y Guardia Nacional llaman al grupo de motorizados para intimidar, asustar, disolver una manifestación y limpiar la calle de las barricadas; por ello se visten de negro con el rostro cubierto.

«Nosotros no vamos a llegar reprimiendo, atropellando ni agrediendo, simplemente llegamos a dispersar, para que no dañen los bienes de la nación», dice Juan, que asegura que su grupo es pacífico y que lo máximo que hacen es apresar a un manifestante y entregárselo a la autoridad.

Al preguntársele si poseen armas Juan dice que no, aunque podría tomar prestada una de su tío.

«No podemos llegar a las armas, porque la oposición está muy armada. Te puedes imaginar el estallido que se puede generar (…) Hay armas, pero no las usamos. Queremos mantener la paz«, dice Juan, que es funcionario público.

Un compañero, formado en la lucha armada de los años 70 y 80, va más allá. «Para que este gobierno caiga tiene que haber una guerra. Si la hay, estamos preparados», asegura, temeroso de que otro Ejecutivo acabara con los «logros sociales» del chavismo.

Juan reconoce que hay colectivos que no operan como el suyo y que además cuentan con impunidad.

«Los colectivos son impunes en todo. Pueden tomar una acción y el gobierno lo respeta, porque son personas que vienen de la policía o son mismo policías activos. Tienen contacto en la policía. Agarran a uno preso o matan a uno por algo. No pagan nada por eso. Nosotros no estamos trabajando así», compara.

En las imágenes del miércoles pasado en el Palacio Legislativo, por ejemplo, se vio que la Guardia Nacional no impidió el paso a los manifestantes. Luego tampoco los dispersó para permitir la salida de los parlamentarios, que estuvieron siete horas en el edificio.

«Pacífica, pero armada»

Chávez, que atribuía la supuesta violencia a la burguesía venezolana, siempre dijo que la revolución era «pacífica, pero armada».

Esas palabras las recuerda Lisandro Pérez, conocido como Mao, líder histórico de la lucha armada en Venezuela en los años 70 y 80 y uno de los pioneros de los Tupamaro, nombre que recibió su grupo en Venezuela en honor al original de Uruguay.

Mao también dice que impulsó la creación de los colectivos en la primera mitad de la década pasada.

«Eran una forma de apuntalar al gobierno en los barrios», me dice sentado en el despacho de la escuela que dirige ahora a los 58 años. «Nacen como una necesidad política», recuerda los años inmediatamente posteriores al golpe fallido contra Chávez en 2002. Como indica su apodo, es maoísta y también estalinista, y ve el conflicto actual en Venezuela como una lucha de clases, visión compartida por otros colectivos.

«Si ellos toman el poder también vamos a ser eliminados. Sí, estamos armados y vamos a enfrentarlos», admite Mao.

De momento no están en esa fase, dice. Le pregunto qué haría falta y cómo se activarían. «Con la orden del presidente. El único jefe de nosotros es Maduro. El que determina la acción es Maduro», dice Mao, que me habla de códigos y de interpretaciones de las alocuciones presidenciales.

El 23

Muchos colectivos nacieron en el 23 de enero, un barrio de gran tradición política de izquierdas que defendió a Chávez en el golpe de 2002 y en el que, sin embargo, ganó la oposición en las elecciones legislativas de 2015.

Allí está también el colectivo de trabajo revolucionario Montaraz. En los muros del recinto hay un gran retrato del Che Guevara y un afiche de las FARC.

«El colectivo es una agrupación de personas con un objetivo político que acompaña al gobierno revolucionario«, relató Pacheco cuando se le pregunto qué es un colectivo, cuyo germen vincula con la llegada al poder de Chávez en 1999.

Afirma que su colectivo es pacífico y que se dedica a la educación, la cultura y el deporte, pero agrega.

«Hay otros que hacen un acompañamiento militar. Eso no significa que en caso de situación de situación coyuntural que quieran derrocar al gobierno no vayamos a participar», matiza.

Al preguntársele si dispondrían incluso de armas explicó que no está descartado defender la revolución con armas.

«Todos los escenarios están presentes. Si hay una invasión o un conflicto con paramilitares o sectores de la derecha, habrá que defender la revolución con las armas», afirma Pacheco.

Ante la hipótesis de un cambio de gobierno en Venezuela en un proceso democrático, electoral, aseguran que se defenderían. «Habría que asumir esa derrota. Ahora, veríamos cuál es la actitud ante los colectivos sociales. El imperio generará otras situaciones de presión: perseguirá dirigentes, se incrementarán los asesinatos de dirigentes, y eso puede llevar a que nos tengamos que defender por otra vía», dice rescatando el discurso del gobierno.

Ante una eventual «cesión de poder», Jefferson González, líder joven del poderoso colectivo Alexis Vive, también en el 23 de Enero.

«Seríamos un bolsón de resistencia. Tomaríamos el poder», dijo.

Redacción Doble Llave / @doblellave

Con información de BBC Mundo

Fotografías: Reuters

 

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