Las edificaciones mal construidas, los puentes y el acceso a los barrios son las mayores preocupaciones de los expertos
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Sismos de gran magnitud ocurrieron en Venezuela en 1812 y en 1967. Esos movimientos registraron 7,7 y 6,7 grados, respectivamente, y son los terremotos más recordados en la historia venezolana. Luego, en 1997 ocurrió el sismo de Cariaco (magnitud 7); en 2009, uno de 6,4 grados en Caracas. Y el más reciente fue el de Mérida, ocurrido el pasado 7 de noviembre con 5,1 grados en la escala de Richter.

Pero por largos períodos, en el país se han registrado movimientos telúricos de mediana y menor magnitud. Sin embargo, los venezolanos se encuentran a la espera de un sismo parecido al del 67, cuyas consecuencias podrían notarse en edificaciones construidas sin cumplir las normas sismoresistentes, puentes y sobre todo en zonas de alto riesgo por su difícil acceso, como las barriadas ubicadas en cerros, y las construcciones que están en riesgo geológico por haber sido construidas sobre rellenos o arcillas no permeables.

La sismicidad en Venezuela está relacionada con la actividad de fallas que entrecruzan el país. El principal sistema está formado por las fallas de Boconó, San Sebastián y El Pilar, que forman el límite principal entre la Placa del Caribe y la Placa de Suramérica. También existen otras fallas menores tales como las de Oca-Ancón, La Victoria, Urica, que también pueden producir sismos importantes en nuestro país.

Según la página web de Funvisis, la sismicidad histórica en Venezuela revela que desde 1530 hasta el 2004 ocurrieron 131 eventos sísmicos que causaron daños en poblaciones venezolanas, lo que indica que el conocimiento de la sismicidad de una zona en particular es importante a objeto de planificar y construir viviendas de la manera más eficiente posible, minimizando el riesgo poblacional de vivir en zonas de alta amenaza sísmica.

Sin embargo, muchas de las edificaciones de Caracas, tanto en los barrios como en algunos complejos habitacionales del Estado, no cumplen con las normas sismoresistentes. Esto derivaría en consecuencias negativas cuando ocurra ese sismo que Venezuela ha estado esperando durante los últimos años, y cuyos efectos se vieron en los daños a las infraestructuras en el sismo de Mérida el pasado 7 de noviembre.

¿Cuándo va a ocurrir?

Si bien hay algunas pistas que pueden atisbar la posibilidad de que un sismo grande ocurra, la realidad es que es imposible predecir cuándo pasará exactamente. Por eso es necesario estar prevenidos para cuando ese momento llegue.

El ingeniero civil José Grases, además miembro fundador de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, comenta que los sismos ocurridos durante los últimos 6 años en Chile, así como los de Costa Rica, y el más reciente ocurrido el pasado 7 de noviembre en Mérida, se pueden interpretar como un preludio al sismo que se espera en Caracas desde hace algunos años. Pero es sólo eso: una interpretación.

Construcciones hechas bajo normas sismoresistentes

La norma “Edificaciones Sismoresistentes Covenin Nº 1756-2-2001” es un documento técnico que establece los parámetros, criterios de análisis y variables que deben cumplirse en el diseño y cálculo de las estructuras que soportan los edificios.

David Viloria, arquitecto especialista en políticas públicas urbanas, explica que este es un reglamento muy exigente y cuyos postulados están basados en cálculos estructurales y referencias de normas de sismoresistencia de la Unión Europea (Eurocódigo), California, México, Chile, Nueva Zelanda, entre otras.

Esta norma es de cumplimiento obligatorio en todo el territorio nacional, pero se aplica formalmente sólo en edificios construidos a partir del año 1998, cuando fue redactada con carácter provisional para su consulta pública y revisión. Finalmente fue aprobada y entró en vigencia plena oficialmente en el año 2001. Por lo que las edificaciones construidas antes de ese año no cumplen con todos los postulados de dicha norma.

La gran preocupación de los expertos

Sin embargo, los edificios construidos antes del 98 no son la mayor preocupación, según el arquitecto Marco Negrón, asesor del Instituto Metropolitano de Urbanismo, ya que en el sismo del 67 fueron pocos los edificios que se cayeron debido al sismo. Considera que, actualmente, el mayor problema de Caracas radica en que la capital ha aumentado su vulnerabilidad. Y no se trata sólo de que hay más población viviendo en barrios (alrededor de 50% de la población caraqueña), sino que las construcciones hechas en terrenos por personas no especializadas han aumentado.

Esas construcciones no cumplen con normas antisísmicas, aunque algunas son viviendas de buena calidad, según Negrón. A esto se suma que el acceso a los barrios es complicado, y ante un terremoto no habría un sitio donde pudiera aterrizar un helicóptero, o un lugar por donde pudieran pasar ambulancias y camiones de bomberos.

Viloria refuerza esa idea. “El problema no son los edificios formales diseñados cumpliendo esa norma, sino la enorme cantidad de construcciones informales sin habitabilidad estructural o constructiva. La vulnerabilidad se agrava aún más porque Venezuela no está preparada para enfrentar la calamidad pública que representa un sismo con edificios derrumbados, servicios cortados, etc”.

Para Grases, también existe otro ámbito al que no se le ha prestado suficiente atención sísmicamente: los puentes. En 1967 se perdió un puente en la zona de Cabo Codera, cercano a Carenero. Y en 1894, en un gran sismo que ocurrió al sur del lago de Maracaibo, se perdieron la mayoría de los puentes ferrocarrileros que se encontraban en suelos inestables.

Al menos esas dos últimas experiencias han dejado una lección, y por ello una comisión de profesionales se encuentra trabajando en un manual que se espera discutir en 2016 para la elaboración de un proyecto de construcción, diseño y mantenimiento de puentes para resistir sismos.

En cuanto a los edificios con fachadas de vidrio, Viloria dice que el tipo de vidrio que generalmente se usa es el cristal laminado, de espesor especial, muy flexible a los movimientos deformantes y, en caso de colapso, el vidrio estalla en partículas no cortantes que se quedan adheridas al papel laminado. Por su parte, Grases comenta que en Venezuela no existe una normativa que regule este tipo de fachadas, pero considera que no todas pueden ser problemáticas, y que es un punto que resultaría interesante evaluar con el comité que se reunirá para la discusión en 2016.

Un problema de mayor magnitud

David Viloria explica que el objetivo terminal de la aplicación de la norma sismoresistente es evitar el derrumbe de los edificios gracias a un correcto diseño y cálculo de la estructura. La premisa fundamental es que el edificio se mantenga en pie, no importa si sufre daños estructurales graves irreparables, ya que es el derrumbe lo que cobra vidas humanas y es donde está el verdadero riesgo.

La norma fue redactada fundamentalmente para edificios nuevos y no tiene carácter retroactivo, comenta Viloria. Y si se aplicara la retroactividad, sería extremadamente costoso y, en muchos casos, constructivamente imposible de ejecutar. Sin embargo, el arquitecto considera que: «adecuarse, al menos, todos los edificios públicos debería ser una política de Estado».

Pero, ¿qué pasa cuando el Estado no cumple esas normas? Gustavo Izaguirre, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, explica que las facultades de arquitectura del país no han tenido acceso ni han podido realizar informes sobre la arquitectura de los complejos habitacionales de la Gran Misión Vivienda.

Por su parte, el arquitecto Alfredo Cilento, explica que las empresas que realizan los edificios de la Misión Vivienda son chinas, rusas, bielorrusas, cuyos nombres se desconocen. Del mismo modo, se ha negado acceso a información que permita realizar informes arquitectónicos que corroboren que esas edificaciones están construidas bajos las normas sismoresistentes. No hay información precisa sobre estudios de suelo o cumplimiento de normas urbanísticas.

Sólo por observación, y en esto coinciden Negrón, Cilento y Viloria, algunos de los edificios de la avenida Bolívar, Libertador y Sucre sólo tienen un pórtico (compuesto por dos columnas y una viga), cuando la norma dice que toda estructura debe tener al menos dos pórticos. Además, Cilento comenta que ingenieros venezolanos lograron inspeccionar algunos edificios de Ciudad Tiuna y encontraron fallas en cuanto al cumplimiento de las normas antisísmicas. Algunos tuvieron que ser reparados y otros demolidos, ya que no tenían ningún reparo. Ni siquiera el Colegio de Ingenieros de Venezuela ha podido obtener esos datos, agrega.

Población en situación de riesgo

Según la Encuesta de Condiciones de Vida 2014 (ENCOVI), entre 70% y 75% de la población urbana de Venezuela vive en condiciones de riesgo, y el 15% vive en zonas declaradas de alto riesgo. Eso quiere decir que un terremoto de una magnitud significativa (incluso más fuerte que del 67) sería preocupante, pues para Negrón no hay una cultura necesaria para afrontar estas situaciones.

En cambio, Grases considera que a pesar de que gran parte de las personas especializadas en el tema no están involucradas en acciones preventivas, sí existe un grupo de profesionales que se dedican a hacer reuniones para tratar temas sísmicos. En dichos eventos la asistencia es grande. Y por ello, el ingeniero piensa que al menos sí existe una capacidad profesional mayor a la que había en Venezuela en 1967.

En cuanto a las construcciones que se encuentran en riesgo geológico (que son aquellas ubicadas en suelos de mala calidad o que soportan poco peso, bien porque el suelo es un relleno sin compactación tratado como un bote a ladera, o porque están hechos sobre arcillas no impermeables y expansivas), existe más peligro en caso de sismo. Viloria explica que esto se debe a que si el suelo es malo, no importa cuán fuerte sea el muro de contención: probablemente no aguante un sismo, ni siquiera un derrumbe por lluvias (como ha sucedido en Alto Prado, por ejemplo). Incluso, muchas construcciones en Colinas de Santa Mónica corren riesgo ante un movimiento de intensidad media, ya que a ese temblor se unen el mal relleno, mal drenaje, ocupación del suelo sin medidas mitigantes de la situación, sólo por mencionar algunos factores.

Pero si hay algo en lo que coinciden los expertos que fueron entrevistados es en el llamado al Estado venezolano a revisar las condicionas bajo las cuáles están siendo construidos los grandes complejos habitacionales de la Gran Misión Vivienda, y a resolver el problema de los barrios. Un gran sismo generaría un colapso en esas poblaciones, ya que no se podría prestar la debida atención en caso de una catástrofe.

En su caso: ¿sabe qué hacer si ocurre un terremoto? ¿Tiene un plan de contingencia familiar en caso de que pase un sismo? ¿Tiene preparado y a la mano un kit de emergencia de caso de terremoto? ¿En el colegio de sus hijos hacen simulacros de evacuación en caso de un movimiento telúrico? Si todas sus respuestas fueron no, le recomendamos leer este artículo y poner en marcha un plan para cuando el sismo ocurra. Como dice el refrán: «más vale prevenir que lamentar».

Eimy Cauterucce

Fotografía Gettyimages.

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