El fraude es un acto que elude una disposición legal y es uno de los riesgos más preocupantes en el ámbito empresarial mundial.
Las pérdidas reportadas no son solo económicas como consecuencia de situaciones de fraude, estafas y conductas inapropiadas ya que la mayoría de las empresas sufren daños colaterales, principalmente en su imagen.
Estos daños colaterales producen pérdida de productividad en progresión geométrica, una mala imagen interna y externa, el deterioro de la calidad del servicio al cliente y el aumento de la insatisfacción de los empleados, y terminan traduciéndose en pérdidas económicas a largo plazo. Los cuatro tipos de estafas más comunes que tienen que enfrentar las organizaciones son:
- Robo de activos: involucra el robo de efectivo o activos (suministros, inventarios, equipos e información) de la organización. En muchos casos, el perpetrador intenta ocultar el robo, usualmente incorporando ajustes en los registros.
- Corrupción y soborno: es el mal uso del poder confiado para lucro personal. Incluye el soborno y demás usos impropios del poder. Constituye con frecuencia un fraude fuera de libros, significando esto que existe escasa evidencia disponible en los estados financieros para probar que el delito ha sido cometido con auditorías, por lo que este tipo de fraude -en su mayoría- se detecta por la Línea de Denuncia.
- Fraudes contables: el fraude de estados financieros involucra la inclusión de información falsa como parte de dichos documentos, por lo general sobrestimando los activos o ingresos o subestimando pasivos y gastos.
- Fraude a la propiedad intelectual: mejor conocido como plagio, es el uso no autorizado o ilegal o el robo de información confidencial y de propiedad de la organización para beneficiar equivocadamente a alguien.
- Fraude ocupacional: es la utilización del empleo actual para el enriquecimiento personal a través del mal uso de los recursos o activos de la empresa.
AW
Con información de Ethics Global
Fotografía Gettyimages.
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