Expertos y activistas aseguran que muchos de los esfuerzos para luchar contra este problema no están acompañados de acciones concretas
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DOBLE LLAVE – La culpabilización de las víctimas tras un episodio de acoso o abuso sexual es una conducta que ha estado presente en la sociedad por mucho tiempo. Ejemplo de estos juicios de valor han sido los miles de comentarios que han recibido muchas celebridades de la industria de Hollywood luego que se comenzaran a denunciar hechos ocurridos hace unos 20 o 30 años.

Por su incidencia en la opinión pública, los relatos y acusaciones no se han detenido, así como las preguntas de “¿por qué denunciar ahora y no cuando ocurrió?” Esto, opina la psicóloga Ivana Delgado Ferré, egresada de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), en España, se debe a que muchas personas creen que las situaciones están bajo un control.

“Culpabilizar a la víctima no es más que el modo de defenderse uno mismo de la idea de un posible peligro incontrolable. A eso, le debemos sumar la educación machista que se nos da en todos los ámbitos de la sociedad. Si una persona que nunca ha sufrido un abuso sexual lee una noticia como las que han ido saliendo durante estos días como los abusos de Harvey Weinstein o la agresión de Kevin Spacey, se enfrenta a dos sucesos que debe «digerir»: el primero, cómo van a haber hecho eso esas dos personas, tan conocidas y famosas; el segundo, cómo es que las víctimas no denunciaron en el momento”, explica.

Añade que “la falta de empatía hacia la víctima y la simpatía que se tiene hacia los agresores son el precipitante para mostrar esas actitudes para juzgar. No pensamos en que la víctima ha tardado en contar lo sucedido o en denunciar por miedo, por falta de apoyo, o por el temor a que no sea creída o comprendida, situación que se retroalimenta como ya hemos visto”.

Marisol Ramírez, de la ONG Psicólogos Sin Fronteras Venezuela, comenta que en las personas que han sido abusadas aparece una sensación de minusvalía y no merecimiento, también una conducta temerosa ante distintos estímulos y se puede volver poco sociable.

Denunciar públicamente es importante y fundamental para que se conozca como son estas personas que tienden a tomar decisiones importantes porque manejan mucho poder y dinero”, agrega.

Prestar atención, darse cuenta y no juzgar

Ramírez expresa que “el tema del abuso no conoce de edades, religiones, etnias o clases sociales”, por lo que las personas deben estar atentas a comportamientos que puedan indicar que alguien fue víctima violencia sexual.

Estas señales dependen mucho de la psicopatología previa de la víctima del abuso, así como su edad, manifiesta Delgado Ferré.

“En niños suelen ser frecuentes alteraciones del comportamiento y emocionales que antes no se presentaban, y aunque puedan parecer sutiles porque el propio niño evita mostrar cualquier signo que pueda revelar la existencia de los abusos, sí podemos observarlos prestando atención, sobre todo si el menor de edad nunca antes había tenido estos problemas”, entre ellos:

  • Sintomatología depresiva – ansiosa
  • Problemas para dormir o pesadillas
  • Desconfianza
  • Aislamiento social
  • Rechazo del contacto físico
  • Resistencia a bañarse o desnudarse
  • Pérdida del apetito
  • Fracaso escolar
  • Intentos de suicidio o la autolesión

A nivel físico, la profesional española dice que “aunque parezca evidente, cualquier señal como manchas de sangre en la ropa, golpes, moretones, heridas, dificultad para sentarse, problemas a nivel urinario o fecal, también son señales a tener en cuenta”. Asegura que en adultos es más difícil “ya que tienen más facilidad para ocultarlo”, pero que frecuentemente experimentan trastornos sexuales, estrés postraumático, aislamiento social, conductas autolesivas, quejas somáticas (como dolores de cabeza continuados), aversión al sexo o rechazo del contacto físico”.

Si las señales de alarma siguen con una confesión de violencia sexual, Delgado Ferré indica que sin importar que sea un niño o adulto, lo principal es hacerle sentir que no será juzgado bajo ningún concepto, sino todo lo contrario.

“Es esencial que la víctima se sienta apoyada, y evitar que se culpabilice de lo sucedido. Es importante mostrarle comprensión, así como no alimentar el odio hacia el agresor, ya que interferirá en la terapia psicológica posterior. Por supuesto, en todos los casos hay que hablar con la víctima de abuso sobre la visita a un psicólogo especializado en estos casos”, explica.

¿Y en Venezuela qué pasa?

La miembro de Psicólogos Sin Fronteras Venezuela expone que la realidad en Venezuela es distinta y que la violencia a la que se enfrentan las féminas va mucho más allá que una violación.

Opinión que comparte Ofelia Álvarez, directora general de Fundamujer, asociación que forma parte de la Red Naranja, la cual agrupa a diversas organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres.

“Nos está comiendo la violencia delincuencial, las cifras las debería dar el Estado, ninguna ONG tiene estadísticas concretas, lo que hemos recopilado ha sido con las uñas y porque queremos”, comenta.

La opacidad de los datos por parte de organismos oficiales es algo que Magdymar León, coordinadora ejecutiva de Avesa, asevera pues “el Ministerio Público tiene dos años sin publicar datos con respecto a número de denuncias, por lo que no contamos con cifras sobre acoso sexual o violencia sexual”.

Lamenta además que la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa haya tenido que cerrar el servicio de atención psicológica a víctimas por problemas de disponibilidad financiera hace tres años.

Otro de los elementos que influyen en la falta de datos, según las ONG, es que las personas no denuncian y por ende, los casos que llegan a Fiscalía son mínimos.

“Las mujeres tienen la percepción de que las instituciones no hacen justicia y que al colocar la denuncia, son ellas las que deben impulsar el proceso y sostener el esfuerzo a lo largo del tiempo para acceder a la justicia, señalando que funcionarios tienen un proceder igual al de sus agresores”, indica el estudio Ruta Crítica de las mujeres afectadas por violencia de pareja en Venezuela del 2013.

Eliminar estereotipos es un avance

Ante la pregunta de qué se puede hacer para que la sociedad se tome en serio las denuncias y promover un cambio para mejor, la egresada de la UNED afirma que es necesario “fomentar una educación basada en el feminismo y la empatía para conseguir los cambios que tanto necesitamos con respecto a este problema: creer y apoyar a las víctimas y trabajar para que se reduzcan y se eliminen las agresiones y las cogniciones y actitudes que llevan a los agresores a cometer estas acciones”.

Al mismo tiempo, celebra que “cada vez son más los programas psicoeducativos en diferentes instituciones que buscan promover la igualdad y erradicar los estereotipos de género, sobre todo en colegios e institutos, ya que educar a los niños de hoy es apostar por un futuro rico en igualdad con la capacidad de acabar con la violencia de género y el abuso.

Una de las formas de hacer esto, declara la presentación Los derechos de las humanas, creado por el Observatorio venezolano de los DD.HH. de la mujer, Fundamujer y Alaplaf es que los medios de comunicación deben eliminar estereotipos sexistas y dejar de legitimar prácticas desiguales, así como darle un mejor tratamiento a las informaciones que involucren violencia de género. Consideraciones establecidas en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (Cedaw por sus siglas en inglés).

Correcciones

En cuanto nuestro país, el informe denominado Mujeres al límite, elaborado por Avesa, Cepaz, Mujeres en línea y Freya concluye que pese a la implementación de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LODMVLV) en el año 2014, son muchas las debilidades que existen a la hora de prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres. Entre ellas:

  • Debilidades en la formación de funcionarios del sistema de justicia para abordar debidamente las denuncias de violencia contra las mujeres.
  • El deficiente funcionamiento de los Tribunales -en general y en materia de violencia contra las mujeres- con procesos judiciales largos, dilaciones indebidas y revictimización.
  • El número de denuncias rebasa la capacidad de respuesta de las instancias competentes, tanto del sistema de justicia como de organizaciones que brindan apoyo, tanto públicas como privadas; estas últimas (ONG) se han reducido en número y/o en capacidad de atención.

Finalmente, las diversas organizaciones pro igualdad señalan que reconocen la voluntad política y el interés por abordar la temática de los derechos de las mujeres en Venezuela y el mundo, pero que “la realidad es que los esfuerzos no están acompañados de acciones concretas para su implementación. En muchos casos, las iniciativas quedan reducidas a declaraciones de buena voluntad que luego se diluyen en el tiempo o que simplemente no son aplicables en la práctica”.

Alejandra Watts / @alejandra_watts

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