Tras 52 años de conflicto se logró un acuerdo de paz entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
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DOBLE LLAVE – El 2016 pasará a la historia de Colombia como el año en que por fin se firmó un acuerdo de paz con las FARC, lo que representa la luz al final del túnel para acabar con un conflicto armado que empezó en 1964 con el surgimiento de los grupos guerrilleros.

El pacto de paz, sin embargo, ha sorteado muchas dificultades, al punto de que un primer acuerdo quedó sin efecto y el segundo apenas comienza a implementarse, por lo que 2017 será clave para la consolidación del proceso.

Tuvieron que pasar intentos de negociación con varios gobiernos y un incremento notable del conflicto desde los años 90 para que las partes lograran un acuerdo que busca dejar en el pasado cifras de terror como 220 mil muertos, unos cinco millones de desplazados y al menos 50 mil desaparecidos.

El proceso de paz comenzó en noviembre de 2012 en La Habana y culminó cuatro años después con acuerdos en temas como el desarrollo agrario, la participación de los guerrilleros desmovilizados en política, la lucha contra las drogas y la aplicación de un sistema de justicia transicional.

Las complicaciones para la implementación del acuerdo empezaron con la rígida postura del presidente Juan Manuel Santos de someter el texto del pacto a una refrendación popular mediante un plebiscito, a pesar de no estar obligado a hacerlo.

Ninguna de las negociaciones hechas en las tres últimas décadas para lograr la desmovilización y desarme de grupos guerrilleros y paramilitares culminó con un plebiscito, pues los acuerdos fueron implementados directamente por los gobiernos.

El acuerdo de paz fue firmado el 26 de septiembre por Santos y el máximo líder de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), Rodrigo Londoño, en una vistosa ceremonia efectuada en Cartagena de Indias, en presencia de 14 jefes de Estado y de representantes de numerosos organismos internacionales.

La sorpresa ocurrió el 2 de octubre, cuando el acuerdo fue rechazado en el plebiscito por una estrecha mayoría: el 50,21% de los votantes se inclinó por el «no» y el 49,78 por el «sí».

«Yo sí aprendí mi lección: uno no debe someter a referendo nada que no necesite ser sometido a ello», dijo semanas después Santos.

El proceso de paz quedó sumido entonces en el limbo, pero recibió un impulso inesperado cuando el Comité Noruego anunció la entrega del Premio Nobel de la Paz a Santos, lo que le llegó al Gobierno como un bálsamo en medio de las dificultades.

«Cuatro días después (del plebiscito) se anunció el Premio Nobel y llegó como un regalo del cielo porque nos dio un impulso tremendo. La gente en Colombia lo interpretó como un mandato de la comunidad internacional para perseverar», dijo Santos en Oslo al recibir el premio.

El anuncio del Nobel coincidió con un esfuerzo desplegado por Santos para tratar de salvar el pacto de paz mediante un llamado a la oposición de derecha radical para hacer «un gran acuerdo nacional» para la terminación del conflicto.

La convocatoria fue hecha especialmente al partido Centro Democrático, cuyo fundador y principal líder es el ex presidente y ahora senador Álvaro Uribe, quien lideró la campaña por el voto del «no».

Santos tuvo que convencer a las FARC para que aceptasen reabrir la negociación con el estudio de numerosas propuestas de modificaciones en 57 temas planteadas por dirigentes del Centro Democrático y otros políticos que rechazaron el primer acuerdo.

Contrario a lo que se pensaba en ese momento, las FARC cedieron y no solo aceptaron reabrir la negociación, sino que dieron el visto bueno a cambios en 56 ejes temáticos. El único ítem que rechazaron fue una exigencia del Centro Democrático para que los ex guerrilleros no pudiesen participar en política.

El segundo acuerdo fue suscrito el 24 de noviembre por Santos y Londoño en una ceremonia austera en Bogotá en la que no hubo jefes de Estado invitados.

El Gobierno cambió su postura inicial y señaló que el acuerdo ya no sería sometido a un plebiscito sino que debía ser refrendado por el Congreso, mecanismo que tampoco había sido aplicado en las otras negociaciones de paz pero que daba tranquilidad a Santos por la mayoría del oficialismo en las cámaras.

La votación a favor del acuerdo fue abrumadora pero no unánime, pues el Centro Democrático siguió con sus críticas y se abstuvo de votar. Uribe insiste en que el segundo acuerdo también debe ser modificado.

2017 será clave porque el Congreso tendrá que aprobar varios proyectos de ley y enmiendas constitucionales derivadas del acuerdo, mientras que las FARC deben desmovilizarse y desarmarse en un proceso por etapas que debe concluir en mayo.

Por Rodrigo Ruiz Tovar (dpa)

Fotografía REUTERS/NTB Scanpix/Terje Pedersen.

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