¿Se acabará la corrupción en FIFA?
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El 26 de febrero del 2016 se celebrarán elecciones en FIFA, y los hasta ahora siete candidatos parecen tener, como diría el refrán, rabo de paja.

Que esa cifra de candidatos disminuya es una posibilidad; sobre todo porque se espera resolución en el caso del francés Michael Platini, quien hasta hace unas semanas era el candidato con más fuerza al trono que aún mantiene Joseph Blatter, su hoy día enemigo íntimo.

El actual presidente de FIFA admitió que antes de la designación oficial de la sede de los mundiales del 2018 y 2022, se había pactado que los mismos se jugarían en Rusia y en Estados Unidos, respectivamente. Sin embargo, después de una reunión entre  el ex presidente de Francia Nicolas Sarkozy y el príncipe heredero de Qatar, Platini sugirió que era mejor disputar el Mundial de 2022 en el país árabe.

Sea o no verídico el contenido de las declaraciones de Blatter, lo cierto es que, de buenas a primeras, ya admitió un hecho ilegal: el pacto previo de los votos de cara a escoger una sede mundialista. Pero los niveles de corrupción en FIFA son tan altos que esas maneras de proceder nunca parecieron preocupar a Blatter; por el contrario, más bien acusa a Platini de que gracias a él iniciaron todas las investigaciones que han puesto a tambalear, y han desnudado de forma masiva, al máximo ente del fútbol mundial. Sobre FIFA y sus dirigentes llevan años publicándose libros, artículos, investigaciones y demás; pero nunca antes se había emprendido un proceso legal que, con tanta fuerza, prometiera dejar a más de un acomodado gerente tras las rejas. El FIFAgate es uno de los escándalos de corrupción más importantes de la historia del deporte.

Pero esto debe cambiar. O eso dicen las voces optimistas, ¿o ingenuas?, que auguran un renacer en el fútbol mundial. ¿Es esto posible? Por lo visto, no. Las estructuras de FIFA están impregnadas de corrupción y eso no se cambia metiendo a un par de dirigentes en la cárcel: las formas habituales de manejarse dentro de la estructura FIFA están llenas de acciones ilícitas. El historial de los hoy candidatos al sillón de Blatter lo certifica:

  • Michael Platini: aparte de lo dicho anteriormente, cabe aclarar que hay informes muy serios que cuestionan la limpieza en la designación de la Eurocopa de Polonia-Ucrania 2012. En su momento fue apadrinado por Blatter.
  • Gianni Infantino: UEFA quiere poder. No le basta con tener las ligas más ricas, en dinero y calidad, del mundo: necesita y desea controlar FIFA; por eso, a la expectativa de saber si suspenderán o no a Platini, postuló a Infantino, quien sería su principal apuesta en caso de que el ex futbolistas francés tenga una cita impostergable con las autoridades, o, ¿por qué no?, con la cárcel. El problema es que Infantino ha sido el brazo derecho de Platini: si en UEFA hay negocios que huelen mal, Infantino seguro debe estar al corriente de ellos.
  • Tokyo Sexwale: compartió celda con Mandala y luchó contra el apartheid. La historia, hasta ahí, se llena de connotaciones heroicas. Luego, las perspectivas se tuercen: la designación del Mundial de 2010, celebrado en Sudáfrica, se habría decidido gracias a un soborno de diez millones de dólares a Jack Warner –suspendido de por vida–. Sexwale habría estado involucrado en la transacción.
  • Sheikh Salman: para resumir, basta mencionar que su nombre aparece en la lista de violaciones a los derechos humanos; de hecho, lo acusaron de haber encarcelado en 2011 a 150 deportistas opositores al régimen de Bahrein.
  • Príncipe Alí Bin Hussein: pareciera ser uno de los candidatos con menos problemas que atender en los tribunales. Y se muestra en contra de los diferentes fraudes que han sucedido en FIFA; así y todo, en algún momento estuvo muy cerca de Platini y apoyó su posible candidatura. Hoy día, solo arremete contra Blatter, con quien compitió, y perdió, en las últimas elecciones.
  • Musa Bility: si bien no pareciera tener mucha fuerza de cara a sus aspiraciones presidenciales, hay que decir a su favor que su nombre tampoco ha sonado en asuntos de corrupción. Al menos no con verdadera relevancia. Actualmente, es presidente de la Federación de Fútbol de Liberia.
  • Jérôme Champagne: junto a David Nakhid era el que se había mostrado más crítico con la actualidad de FIFA. El trinitario también se postuló como candidato a la presidencia, pero falló en uno de los requisitos y FIFA desestimó la candidatura. De este modo, Champagne es prácticamente el único en la lista que no tiene problemas en criticar con fuerza al mundo del fútbol. Igualmente, es el único que ha presentado un programa de gobierno más o menos claro, en el que le lanza un guiño a las federaciones más desfavorecidas, prometiendo un mayor reparto de los derechos de televisión. Eso sí, no se puede olvidar que en algún momento fue amigo íntimo de Plantini y protegido de Blatter hasta el 2009: «Fui echado de la FIFA por oponerme a los clubes más grandes y querer darle más poder a las Federaciones», declaró al periodista argentino Ezequiel Fernández Moores. En el presente, ha dejado claro que quiere liderar la resistencia contra el régimen actual.

Imaginarse a una FIFA más limpia y trasparente parece, en este momento, un sueño pueril. Los candidatos que tienen más fuerza están bajo sospecha de corrupción. De los único dos que se muestran más o menos limpios –hasta ahora, al menos–, Bility carece de poder y apoyo; Champagne, por su parte, podría ser el candidato opositor a la actualidad del ente rector con mayores posibilidades de llegar al poder. No puede ser un santo: en una organización en la que los sobornos van y vienen, como mínimo hay cómplices por omisión; sin embargo, es el menos manchado de los que tienen opciones de suceder al Blatter. Quizá el camino sea una transformación paulatina, en el que la honestidad vaya instalándose poco a poco en el seno de la institución. A la fecha, erradicar la corrupción de raíz parece una utopía.

LS

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