En Quito los manifestantes se enfrentaron a la policía, dejando 5 heridos y 14 detenidos
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La huelga nacional del pasado jueves en Ecuador culminó con un choque en Quito entre manifestantes y policías que dejó cinco heridos y 14 detenidos, entre ellos, dos dirigentes indígenas, según cifras no confirmadas aún por fuentes oficiales.

La policía recurrió al uso de gases para dispersar a un grupo de manifestantes que quiso traspasar el cerco policial para ingresar en la Plaza Grande de la capital ecuatoriana, donde se efectuaba una concentración en respaldo al gobierno.

El incidente lo originaron encapuchados que desfilaron al final de la marcha opositora lanzando piedras, palos y una bomba incendiaria contra los oficiales, cuyo cuerpo llevó adelante un operativo con miles de efectivos en todo el territorio nacional en resguardo de la población y de los bienes públicos.

Sin embargo, y si bien fue la mayor medida de oposición que ha tenido el gobierno socialista de Rafael Correa en sus ocho años de ejercicio, la huelga nacional alcanzó una mínima disminución de las actividades generales.

La medida fue convocada por las mayores organizaciones sindicales e indígenas del Ecuador contra nuevas legislaciones impositivas de herencia y plusvalía; contra una ley de aguas que designe una autoridad pública única de control de este recurso (lo que le quitaría el manejo del agua a las comunidades campesinas e indígenas); contra una ley de tierras que, según los manifestantes, derivará en expropiaciones; y contra una reforma constitucional que permita la reelección presidencial indefinida.

En el día se registraron enfrentamientos entre manifestantes y gendarmes que dejaron 15 policías con heridas leves y se cortaron momentáneamente importantes carreteras del país. En las ciudades la movilidad se entorpeció por la acción esporádica de protestantes que impidieron la circulación normal vehicular.

Apoyo al gobierno de Correa

En contraste, el gobierno demostró un amplio respaldo de sus simpatizantes, que llenaron las plazas en varias ciudades, en especial la Plaza Grande, frente al palacio de gobierno, en las que expresaron su apoyo al presidente Correa.

El jefe de Estado siguió los acontecimientos desde su despacho y participó en la mañana en el Encuentro Latinoamericano Progresista de Juventudes, en el que dijo que los hechos del día demostraban que estaba en ejecución «un golpe blando» en su contra y contra otros gobiernos de la región.

Correa calificó el paro como un «fracaso» y agradeció a sus miles de seguidores congregados frente a la casa de gobierno por haber trabajado «más que nunca», además de instarlos a estar más atentos porque «esto no va a acabar».

En un discurso a la noche en los exteriores del palacio aseguró que el pasado de «palos y piedras no volverá» y minimizó los efectos de la huelga: «Ustedes no atemorizan a nadie, vayan a ordenar en sus casas. Señores, aquí manda el pueblo ecuatoriano».

En tanto, el dirigente de la organización indígena Ecuarunari, Carlos Pérez, declaró que «Correa está caído. Ya no nos representa».

Pérez y el prefecto de Zamora, Salvador Qhuispe, habían anunciado que se pronunciarían ante los congregados al término de la marcha de cierre de la huelga, pero debido a los incidentes ese acto no se realizó y circularon versiones sobre su detención.

AG

Con información de dpa.

Fotografía REUTERS/Guillermo Granja.

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