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La escasez de productos en la nación no es secreto para nadie, distintos sectores industriales se han visto afectados por la falta de divisas para sustentar su modelo de negocio. En el caso del sector automotriz conseguir un carro, un repuesto e incluso una batería se ha vuelto un viacrucis. Sólo una empresa productora de acumuladores queda en Venezuela: Duncan, la más grande del país, y Titan, que es su filial.

Duncan y Titan trabajan en conjunto para tratar de abastecer el país. De hecho, producen alrededor de 8 mil baterías mensuales, las cuales son repartidas entre sus distribuidores, autoperiquitos, proveedurías del Gobierno y bombas del país.

Un funcionario de la Duncan, que pidió no ser identificado, expresó que en el caso de las estaciones de servicio y tiendas de autopartes, los distribuidores de la compañía les entregan cinco acumuladores diarios con un descuento del 20% en su precio original. Aunque no hay plazas para clientes nuevos, por antigüedad se mantiene el surtido a sus clientes anteriores. Las proveedurías del gobierno, según indica la fuente, recibirían más de mil baterías mensuales para su venta solidaria.

Según un artículo de junio de este año publicado en el Correo del Orinoco, Duncan solo cubre el 60% de la necesidad del mercado, por lo que Haiman El Troudi, entonces ministro de Transporte Terrestre y Obras Públicas, aseguró que el Gobierno conformaría una nueva empresa para abastecer la demanda insatisfecha de baterías en el país. A la fecha no se sabe cuándo se  inaugurará dicha fábrica.

Por su parte, la Cámara Nacional de Comercio y Autopartes (CANIDRA), aseguró que el Gobierno no ha liquidado los dólares necesarios para importar baterías y repuestos en la escala que la nación necesita.

Historias en la calle

Debido a la demanda tan elevada y la poca oferta, conseguir una batería se ha vuelto una odisea.

Así explica Frederick Pantin, quien durante varios días hizo seguimiento en las distribuidoras para encontrar disponibilidad. “Llegué a las 4:00 am, y a las 9:00 am salió un empleado y me dijo que para mi carro no había, pero que podíamos resolver de otra forma, pero sólo tenía Bs 2 mil en mi cuenta, que era el precio original de la batería. Logré que me vendiera una con menos amperios que la que necesitaba mi carro. A las dos semanas la batería se dañó y tuve que hacer la cola de nuevo para proceder al cambio”.

Un caso parecido fue el de Javier Olivares, quien consiguió su batería tras semanas de seguimiento, hizo su cola desde la madrugada y a los dos meses la batería también se le dañó. “Hice la cola de madrugada de nuevo para que me la cambiaran y al momento de realizarlo me revisaron todo el carro para tratar de evitar el cambio”.

Algunas personas corren con más suerte. María Urribarri llegó en la madrugada y recibió su batería alrededor de las 12 del mediodía, pero observó como otra gente que hizo la cola con ella no corrió con la misma fortuna.

Existen otros casos en los que el proceso es más largo, como el del señor Ávila, quien pasó un mes y medio sin batería haciendo seguimiento a las distintas distribuidoras, un amigo le dio el contacto de un supuesto empleado de la Duncan que le vendería la batería por Bs 30 mil, pero al llamarlo no tenía el modelo que corresponde al de su carro. Sus amigos la compraron a ese precio. Ávila consiguió, a través de un intermediario, que otro presunto empleado de la Duncan en Los Ruices le vendiera la batería de su vehículo, que cuesta Bs 6 mil, por 35 mil.

Isora Luzardo pasó un mes haciendo colas de madrugada en las distintos autoservicios Duncan de Caracas, sin obtener respuesta positiva. Consiguió la batería en una bomba en Los Samanes, por un monto de Bs. 30 mil, pues según el dueño del lugar, los distribuidores de la Duncan le venden a sobreprecio y le exigen un dinero extra. Su batería cuesta Bs 9 mil, por lo que rechazó la oferta y terminó comprando otra reconstruida por Bs 7 mil.

En los autoservicios Duncan la gente realiza colas desde el día anterior a las 4 de la tarde, al día siguiente hay quienes corren con suerte y se llevan su batería, otros simplemente tienen que volver luego y realizar nuevamente el proceso.

Según nuestra fuente en Duncan anualmente los empleados tienen 3 cupos de acumuladores que pueden usar como deseen, por lo que la empresa no podría asegurar que esas pasen aun mercado secundario. Pero sobre el grueso de la producción, las baterías ofertadas llevan un control con los distribuidores exigiéndoles facturas firmadas y selladas por los dueños de bombas y autoperiquitos, a quienes luego se les revisa la orden de entrega también.

Si bien es cierto que la demanda de baterías en el país supera en alto número la oferta del mercado, no sólo este factor determina la situación que viven los ciudadanos para conseguir acumuladores. El hecho de que exista la venta con sobreprecio por quienes tienen fácil acceso a las baterías, sumado a la poca capacidad de reacción y acción del Gobierno juegan un papel determinante.

El novelista C.S. Lewis define integridad como «hacer lo correcto incluso cuando nadie está viendo». Tomando en cuenta que este no es el escenario ideal para comprar una batería, el problema parece no solo ser la escasez o la falta de divisas, también parece estar en la sociedad.

Geraldine Puche

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