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Los problemas de África son de sobra conocidos. Durante años han ocupado espacio en importantes debates en todo el mundo. Por eso, sería entendible que generara sorpresa la expresión “jóvenes emprendedores africanos”, aunque la misma pretenda dar nombre a un grupo importante de personas de aquel continente. Sí, existen africanos que antes de cumplir los 30 años han fundado exitosas empresas, creado puestos de trabajo y contribuido en la explotación del potencial del continente. Todo esto en un entorno en el que, según las Naciones Unidas, la mayoría de la población vive en promedio solo tres décadas, mientras que el analfabetismo sigue pululando.

«No implicar a los jóvenes en el desarrollo actual de África sería un grave error», subrayaba recientemente el presidente sudafricano, Jacob Zuma. El elevado desempleo, las carencias educativas y la falta de titulaciones siguen constituyendo un gran reto para los jóvenes de África. Sin embargo, cada vez son más los treintañeros que triunfan en sectores como la sanidad, la tecnología, el comercio o el transporte.

Con 27 años, el camerunés Arthur Zhang inventó una pantalla táctil para tablets que ayuda al personal sanitario a realizar pruebas cardiovasculares en las regiones más remotas. Según este ingeniero, la tecnología es realmente simple. Al poner en contacto unos electrodos inalámbricos con el tórax del paciente, los datos de este se transmiten vía bluetooth al CardioPad, que envía el diagnóstico con un electrocardiograma digital al especialista.

Poco después de terminar su formación universitaria, Zhang recibió unos 36.000 euros (39.400 dólares) del presidente de Camerún, Paul Biya, para la fabricación de los 20 primeros dispositivos. Ahora, el ingeniero está ampliando su compañía: le gustaría contribuir al crecimiento de una industria médica en África, que fabrique «localmente dispositivos para hospitales a precios asequibles».

El ghanés Raindolf Owusu, que a sus 24 años hace apenas uno que terminó su licenciatura en Informática, es ya uno de los empresarios más punteros de su país. Hace cuatro años fundó la compañía de software Oasis Websoft, que desarrolló el primer navegador de África, Anansi. La revista especializada Forbes lo bautizó entonces como el Mark Zuckerberg del continente.

El experto zimbabuense en marketing, Clinton Mutambo, de 25 años, en 2013 desarrolló Esaja.com, una red online para el comercio interafricano. En ella se vende desde verdura a artículos electrónicos, productos químicos, ataúdes o servicios de gerencia.

La idea se le ocurrió cuando buscaba en vano a un fabricante de marionetas, pues había recibido el encargo de crear una mascota para el equipo de fútbol local. De ese modo, descubrió un agujero de mercado y ahora, a través de su plataforma comercial online se realizan mensualmente más de tres mil transacciones.

También la empresaria Catherine Mahugu considera el comercio suprarregional una de las claves del éxito. En 2010, esta keniana de 26 años abrió un negocio online a través del cual los productores locales de artesanía, que a menudo residen en zonas rurales y pobres, pueden vender sus artículos. Para ello, sólo necesitan un smartphone: con él envían fotografías a Soko, que en suahili significa «plaza del mercado», y la empresa se ocupa del marketing, empaquetado y envío.

El nigeriano Bankole Cardoso, que reside en Lagos -la mayor ciudad de África-, fundó Easy Taxi con el objetivo de crear una empresa de taxis segura. Como esa industria en Nigeria es conocida por los robos y secuestros, este joven de 26 años tuvo la idea de combinar los servicios de taxi con la tecnología móvil. Easy Taxi es seguro y fiable, porque tenemos información sobre el conductor, su fotografía y su ruta», explica. A cambio, los conductores registrados disfrutan de una clientela fija.

LS

Con información de dpa.

Fotografía dpa.

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