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El martes 23 de junio, las autoridades de Santiago de Chile bajaron el nivel de alerta ambiental, luego de que el pasado lunes decretaran la primera “emergencia ambiental” producida después de 16 años. Actualmente, el grado de alerte permanece en “pre emergencia ambiental”.

La medida se toma debido a que la capital chilena aún sufre «las malas condiciones de ventilación y con el objeto de resguardar la salud de la población», indicó un comunicado de la Intendencia de Chile difundido en la noche del lunes.

La «pre emergencia» obliga a detener al 20% de los vehículos que circulan por Santiago y unas 700 fuentes fijas, y mantiene la recomendación de no hacer deportes en los colegios.

Afectada por una escasa ventilación, altas temperaturas y una prolongada sequía para esta época, Santiago afronta uno de los inicios de invierno más críticos en cuanto a polución.

Cada año, unas cuatro mil personas mueren prematuramente por enfermedades cardiopulmonares asociadas a la polución en Chile, según un reporte oficial de 2014. Los más afectados son los niños pequeños y adultos mayores, y quienes sufren por enfermedades respiratorios asociados al invierno austral.

LS

Con información El Comercio.

Fotografía REUTERS/Ueslei Marcelino.

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