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La capacidad de trabajar en equipo es una de las cualidades que se menciona en casi todas las ofertas laborales. Después de todo, cuando se trabaja en conjunto se logra más y se generan mejores idea. Sin embargo, existen algunas trampas de los equipos en la oficina:

  • El que se escabulle: En el grupo resulta más fácil esconderse detrás de otros, ya sea por vagancia o por maldad. «Ya habrá alguien que se encargue de esto», piensa más de uno. Según los especialistas, cuanto mayor es el grupo, menos se esfuerza el individuo, la producción decae y finalmente la falta de avances impacta en la motivación de quienes integran el equipo. En estos casos, quien debe estar muy atento es el líder, que deberá distribuir muy claramente las tareas y evaluar los resultados según el área y evitar que lo producido se diluya en el conjunto.
  • La trampa del conformismo: Si todos tienden a plantear sus puntos de vista de un modo que promueva el acuerdo, los estándares de comportamiento adquieren mayor peso en los debates y terminan opacando la originalidad que podría surgir de la mano de nuevas ideas. Esto también tiene un impacto en la motivación, ya que si al final de un proyecto nadie puede identificarse con los resultados y todos creen haber cedido por el bien del acuerdo, poco orgullo sentirán ante el producto final. Lo importante en estos casos es, además de repartir bien las tareas y alternar con regularidad la composición del equipo.
  • El que siempre habla y tapa: Las reuniones de grandes equipos corren el riesgo de quedar dominadas por unos pocos que hablan mucho. Un consejo en estos casos puede ser recurrir al papel: que todos escriban lo que opinan sobre determinado asunto. Eso además ayuda a plantearse las preguntas de otro modo, más reflexivo. En este caso los grupos tampoco deberían ser demasiado grandes, ya que, cuantos más colaboradores, más se bloquean las decisiones. El grupo ideal es de un máximo de siete personas.
  • El doble filo de la homogeneidad: el éxito de un equipo depende de su composición. En tareas de rutina la homogeneidad puede ser buena para avanzar con un acuerdo generalizado, pero cuando de creatividad se trata, lo mejor es apuntar a una gran diversidad para que las partes se alienten entre sí y se retroalimenten con sus ideas.
  • La gran familia: muchos aprecian el trabajo en equipo porque se sienten cómodos con sus compañeros. Pero para tener esa sensación no es necesario el trabajo en equipo. Basta con que los colaboradores tengan un lugar de encuentro en la oficina, como por ejemplo una cocina o un sitio donde almorzar. El riesgo es que las tareas a solucionar en equipo pueden quedar en un segundo plano ante el gusto por generar una atmósfera general agradable en el encuentro.

AG

Con información de dpa.

Fotografía Rainer Berg / Westend61 / dpa-tmn.

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