Expertos buscan métodos para que la información perdure a salvo por siglos. Una opción son los "fósiles digitales"
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«Lo digital no es tan inmaterial como la gente se cree». Así piensa Brewster Kahle, fundador de Internet Archive, un repositorio de información digital en Internet. En él acumula más de 20 pentabytes, 20 millones de gigabytes de artículos de revistas y libros digitalizados, videos, audios y páginas web.

El material está archivado en discos duros y en cintas magnéticas en varios almacenes de todo el mundo. Por lo que todo el espacio que se necesita para guardarlo es un problema. Pero no es el único. También lo es la obsolescencia de los soportes físicos.

El material y, en algunos casos, los componentes electrónicos de estos formatos, se estropean y eventualmente dejan de funcionar. De hecho, estudios señalan que los discos compactos solo son confiables entre dos y cinco años, y que después comienzan a perder información.

Dado que nuestra cultura es predominantemente digital, ¿qué se puede hacer para que la información dure siglos? ¿Cómo hacer que la información sobre nuestras instituciones, asociaciones, y descubrimientos científicos y culturales se guarde durante muchos años?

Una posibilidad es que se encapsule la información deliberadamente en «fósiles sintéticos» y que los arqueólogos puedan leerla en su ADN.

Robert Grass, de la Universidad ETH de Zurich, Suiza, y su colaborador Reinhard Heckel, han desarrollado un método para codificar la información como ADN. Pero ¿cómo es posible? Al fin y al cabo, el ADN mismo no se conserva muy bien.

«El ADN no es muy estable si está en contacto con el medioambiente o se encuentra bajo la superficie», señala Grass. «Se estropea en medio año o menos», añade. Es por ello que buscan una manera de estabilizar el ADN.

Recientemente, los investigadores pudieron leer el ADN hallado en los huesos de un caballo de hace 700 mil años, por ejemplo. Pero aunque el fosfato de calcio de los huesos posee una buena estructura química para encapsular el ADN, también tiene un inconveniente importante: se disuelve en agua. Así que el equipo de la ETH empezó a fijarse en un material del día a día: el cristal (sílice).

Una lámina o una botella de este material parece frágil, pero el cristal que está utilizando la ETH es extremadamente resistente. De hecho, es esencialmente polvo. Sin embargo, las partículas de cristal pueden soportar temperaturas increíblemente altas, pero no el ADN que contienen.

Grass dice que las partículas sobrevivirían al fuego en una biblioteca del futuro, pero no la información del ADN. Es más, la temperatura óptima de almacenamiento de los fósiles sintéticos sería los 18 grados bajo cero, añade.

Leer el ADN es bastante sencillo, pero para ello antes hay que separarlo de las partículas de sílice. Para ello, los expertos utilizan con mucho cuidado una solución de fluoruro. Y como es un procedimiento complejo, Grass dice que las instrucciones para llevarlo a cabo también deberían incluirse en el archivo que heredarían las civilizaciones del futuro.

Y mientras se consigue el mejor método para que la información perdure por los siglos de los siglos, lo más difícil siempre será elegir qué almacenar y decidir qué información es realmente importante.

EC

Con información de BBC.

Fotografía Gettyimages.

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