Las autoridades señalaron que esta medida no es la solución más viable para las personas refugiadas
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DOBLE LLAVE – Unas 100.000 personas corren el riesgo de quedarse sin protección por el continuo cierre de los campos de desplazados internos en Irak, un “limbo” que tiene al Consejo Noruego de los Refugiados (NRC) enormemente preocupado, por ocurrir en plena pandemia de COVID-19 y cerca de la llegada del invierno.

Por su parte, la ONG denunció que los campos en Bagdad, Kerbala, Divala, Suleimaniya, Anbar, Kirkuk y Nínive cierran sus puertas sin apenas dar chance que sus habitantes logren prepararse.

La NRC denunció que los campos en Bagdad, Kerbala, Divala, Suleimaiya, Anbar, Kirkuk y Nínive cierran sus puertas

Asimismo, las autoridades asumen que estas personas volverán a sus zonas de origen, pero, muchos de estos provienen de barrios que se encuentran aún destruidos o corren el riesgo de ser perseguidos en caso de que regresen.

El secretario general del NRC, Jan Egeland, advirtió a través de un comunicado que, “cerrar los campamentos antes de que los residentes quieran o puedan volver a sus casas no sirve para acabar con la crisis de desplazamiento”, que por el contrario agravaba el “circulo vicioso” y coloca a los desplazados en una posición mucho más vulnerable.

Uno de los enclaves más afectados es el de Hamman al Alil, el cual gestiona el NRC. Unas 600.000 familias recibieron avisos para que abandonaran la zona en los siguientes días. La ONG señaló la falta de un plan claro por parte de las autoridades, quienes se limitan a ordenar el desalojo.

Personas afectadas

Muchas de las personas desplazadas vendieron sus tiendas para poder pagar el traslado a su incierto hogar

Ahlman, una mujer de 49 años, era procedente de Mosul y consideraba su casa el campamento de Hamman al Ali. Ella lamentó mucho esta situación e indicó que, “para mí, es como un funeral”. Ahora, planea regresar a su lugar de origen para vivir bajo una tienda.

Muchas de estas personas no podrán ni siquiera conservar sus tiendas, debido a que se vieron obligadas a venderlas para poder costearse el viaje para su lugar de origen.

Por otra parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) detectó que casi la mitad de los afectados por otros desalojos terminaron viviendo a las afueras de las ciudades en condiciones precarias.

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María Gabriela Moncada

Con información de dpa

 

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