La histórica victoria de este referéndum sacó a relucir los deseos de muchos de dejar los puestos en la Unión Europea
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DOBLE LLAVE – «El pueblo británico habló y la respuesta es: estamos fuera». Cuando el pasado 24 de junio el presentador de la BBC David Dimbleby pronunció esas palabras, quedó claro que el Reino Unido no volvería a ser el mismo. Un día antes, en un histórico referéndum, los votantes británicos decidieron por un estrecho margen que su país salga de la Unión Europea (UE).

Pocas horas después el primer ministro David Cameron anunció su dimisión. En los días y semanas que siguieron la libra cayó a niveles históricos y aumentaron los ataques xenófobos. Pero el gran temor a que se produjese un colapso económico y el éxodo de los bancos por el momento no se cumplió.

Podría tratarse de la calma antes de la tormenta, ya que la salida real de la UE, el denominado «Brexit«, todavía no se produjo. La nueva primera ministra, Theresa May, anunció que para finales de marzo habrá activado el artículo 50 del Tratado de Lisboa, el mecanismo por el que se pondrá en marcha un proceso de dos años para negociar la salida de la Unión Europea.

Hasta entonces apenas se sabrá nada de la estrategia negociadora del Gobierno, que considera que un debate público al respecto debilitaría su posición.

«‘Brexit‘ significa ‘Brexit‘ y haremos que sea un éxito». Con mensajes como este May intenta tranquilizar a sus compatriotas. Estos, sin embargo, dudan de que Downing Street tenga un plan claro para salir del bloque europeo. Y no sólo hay resistencia desde la dividida oposición, sino también desde las propias filas conservadoras de May.

La primera ministra británica reconoció hace poco en una entrevista que el «Brexit» le provoca noches de insomnio. El mayor problema es que tiene que restringir la inmigración procedente de la UE, pues esa fue la principal promesa de los defensores del «Brexit» antes del referéndum. Pero al mismo tiempo los bancos y la industria exigen que no se renuncie al acceso al mercado común europeo. Y desde Bruselas dejan claro que no se puede tener ambas cosas al mismo tiempo.

A esto se añade que el Tribunal Superior británico diese la razón en noviembre al Parlamento y dispusiese que May debe contar con el visto bueno de la Cámara antes de iniciar la negociación. Si la Corte Suprema confirma esa sentencia, los parlamentarios podrían obligar al Gobierno a discutir su estrategia y arrancarle concesiones. Además, el calendario de fechas de May podría echarse a perder.

De ser así, los analistas no descartan que May pudiese convocar elecciones anticipadas con la esperanza de que de ellas saliese un Parlamento con mejor disposición. Por el momento la mandataria rechazó esa posibilidad y los comicios están previstos para 2020. Pero no está claro que pueda mantener esa promesa.

May se enfrenta a otro problema en Escocia e Irlanda del Norte. La mayoría de los electores de estas regiones votaron en contra del «Brexit«. En Escocia, donde gobierna un partido nacionalista, las aspiraciones independentistas vuelven a ganar impulso. Por su parte, en Irlanda del Norte habría un problema con el control fronterizo con la vecina Irlanda, miembro de la UE. Muchos temen que el establecimiento de puestos fronterizos sea una paso atrás en el proceso de paz entre católicos y protestantes.

La primera ministra intenta por ahora no irritar a nadie y promete controles en las fronteras y acceso al mercado común. Su gabinete está dividido. Por un lado está el ministro de Finanzas, Philip Hammond, que exige mantener el acceso al mercado común. Por otro, los favorables a la salida de la UE, como el ministro del «Brexit«, David Davis, o el de Comercio, Liam Fox, que piden una ruptura clara con Bruselas y limitar la inmigración.

En ese último grupo se encuentra también el ministro de Exteriores, Boris Johnson, quien cree que los países de la UE no pueden ser tan poco inteligentes como para renunciar al lucrativo mercado británico.

«Guardaremos el pastel y nos lo comeremos», aseguró en una ocasión, con una actitud considerada arrogante fuera del Reino Unido. El diario británico «The Guardian» ya advirtió que Johnson podría conseguir que los otros 27 países de la UE se unan de forma nunca vista… para enfrentarse a Londres.

Algunas declaraciones de miembros del Gobierno hacen confiar en que Reino Unido se muestre finalmente dispuesto a alcanzar un compromiso. Sin embargo, es difícil encontrar una línea oficial. Si las cosas siguen así, las negociaciones podrían ser duras. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, advirtió hace poco que no habrá un «menú a la carta». Y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, señaló: «No habrá ningún pastel sobre la mesa, para nadie. Sólo sal y vinagre».

Por Christoph Meyer (dpa)

Fotografía  REUTERS/Peter Nicholls.

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