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DOBLE LLAVE – La necesidad de mantener las vacunas en temperaturas frías (entre 2 y 8 °C) ha sido un gran impedimento para que éstas lleguen a muchas áreas de países en desarrollo. Por esto, investigadores del laboratorio de Nanomateriales Supramoleculares e Interfaces (SUNMIL) ubicado en Suiza, junto a colegas de Italia, Holanda y EE.UU. descubrieron una posible solución.

Esta técnica aplicable en tres pasos evitaría que el líquido se dañe durante unos dos meses.

  • Se debe aplicar presión osmótica sobre el componente principal de la vacuna: el virus inactivo, mediante una nube de nanopartículas cargadas negativamente. Éstas forman una nube de objetos cargados negativamente que no pueden entrar al virus, generando así presión contra-osmótica que mantiene intacto el virus.
  • Luego hay que endurecer la cápside (escudo del material genético, formada por proteínas), del virus añadiendo polímeros. Con esto se logra estabilizarlo.
  • Finalmente se agrega sacarosa (un tipo de azúcar) lo que hace que el ambiente sea más viscoso y retrasa las fluctuaciones que deterioran la vacuna.

El experimento probado en ratones fue un éxito según explicó Francesco Stellacci, lider del equipo del SUNMIL y principal autor del estudio. “Es como agregar miel, todo el movimiento se ralentiza. Gracias al primer paso, la vacuna permaneció completamente intacta durante 20 días con una vida media estimada de 70 días. Tras el último paso, el 85% de las propiedades de la vacuna estaban intactas después de 70 días”, añadió.

Alejandra Watts

Con información de Quo.

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