Tras el atentado del pasado lunes, el gobierno de Ankara estudia cómo enfrentarse a la milicia terrorista
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En la ciudad turca de Surcu, en la frontera con Siria, 32 personas perdieron sus vidas en un ataque terrorista que se cree fue perpetrado por el Estado Islámico (EI). El hecho hizo que el gobierno turco se preguntase si sus políticas son las correctas para enfrentarse a este grupo, por lo que ahora estudia mejores opciones.

La mayor parte de los fallecidos en Suruc, en el sur del país, eran jóvenes activistas y universitarios. Tenían previsto ayudar en la reconstrucción de Kobane, la cercana ciudad siria que las tropas kurdas recuperaron de manos de EI a finales de enero. El ataque les sorprendió cuando se disponían a ofrecer una rueda de prensa sobre su próximo viaje humanitario a Siria.

Hasta ahora «Turquía intentó alcanzar un delicado equilibrio, apoyando a la coalición liderada por Estados Unidos que lucha contra EI pero evitando estar en la vanguardia de la misma, para protegerse de actos de venganza» de la milicia terrorista, explica desde el «think-tank» Edam el ex diplomático turco Sinan Ulgen.

«Ese era el cálculo hasta el lunes. Ahora, tras este ataque, ese cálculo debe revisarse. Este podría ser un punto de inflexión para la postura turca», agrega. De hecho, Estados Unidos ha estado intentando conseguir una mayor cooperación de Turquía en la batalla contra el EI, que controla una importante parte de Siria e Irak.

El ataque del lunes se produjo en suelo turco y el gobierno no tiene más remedio que considerarlo una violación de su territorio, pero el principal objetivo del atentado eran los kurdos, explicó Gareth Jenkins, experto en Turquía del Silk Road Studies Program.

Si el objetivo del EI hubiese sido disuadir a Turquía de tomar medidas contra los yihadistas, estos «podrían haber escogido cualquier otro objetivo», agregó Jenkins.

Las autoridades turcas arrestaron recientemente a decenas de personas por supuesta pertenencia al EI. Pero Jenkins considera que esa persecución es algo «tibia», ya que en el país hay muchos más yihadistas.

Ankara también aumentó el despliegue de la frontera con Siria ante el temor de que la ruta de suministro a los rebeldes de Alepo, a los que apoya, pueda verse cortada por el EI o las fuerzas kurdas que quieren consolidar su control en el norte de Siria.

El gobierno del primer ministro Ahmed Davutoglu ha recibido fuertes críticas de la minoría kurda, cuyos líderes dudan de que el Ejecutivo esté adoptando todas las medidas necesarias para protegerles.

«El actual gobierno es responsable de todo tipo de vulnerabilidades en la seguridad y los servicios de inteligencia», denunció tras el ataque el Partido Democrático Popular (HDP), la mayor formación kurda del país. El HDP llamó además a los kurdos a «desarrollar sus propias medidas de seguridad».

En las redes sociales también ha surgido indignación después de que el gobierno no decretase un día de luto nacional, reforzando así la idea de los kurdos de que se les considera ciudadanos de segunda clase en Turquía, donde suponen al menos el 15 por ciento de la población.

Pero no sólo hay interrogantes sobre cómo abordará Turquía sus problemas de seguridad, sino también respecto al creciente problema del extremismo islámico dentro de sus fronteras.

Son muchos los países que se enfrentan a estos problemas, pero preocupa todavía más en un país con zonas fronterizas con el territorio controlado por el EI. Y según el experto Jenkins, Turquía no está abordando esta situación de forma apropiada.

Uno de los mayores temores en Turquía es que haya un atentado contra el sector turismo, uno de los más importantes para la economía y los empleos del país, sobre todo durante la temporada alta que va de abril a octubre.

«La situación siria ya afectó al negocio en los últimos dos o tres años», apuntó en Estambul el propietario de Argent Tours. «Después de este atentado, el negocio podría ralentizarse aún más», lamentó.

A todo esto se añade la parálisis política parcial que vive el país. Las elecciones del pasado 7 de junio pusieron fin a 12 años de gobierno en solitario del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Davotoglu y del presiente Recep Tayyip Erdogan.

Si las actuales negociaciones para formar una coalición fracasan podría ser necesario celebrar nuevas elecciones a finales de año, lo que haría aumentar la sensación de incertidumbre.

AG

Con información de dpa.

Fotografía Depo Photos / DEPO PHOTOS / dpa.

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