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Rafael Esquivel, hasta hace unos días presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, estuvo 28 años controlando cualquier decisión relacionada con el fútbol criollo. El colega Jovan Pulgarín ahonda en algunos «cabos sueltos» que se desprenden de la construcción del Centro de Alto Rendimiento para el balompié venezolano. A continuación el texto completo.

Corrían los tiempos de José Omar Pastoriza. Empezaba 1999 y era mi primer viaje como periodista para cubrir a la selección nacional de fútbol. Zaidi Goussot, jefe de prensa, tal vez para aligerar el momento, ofreció algunas maltas que estaban dispuestas en una sala para la posterior atención a los medios. Varios se refrescaron. Yo seguí los exagerados movimientos del presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, tratando de descifrar qué podía ser periodístico y qué no de tan embarazosa escena. Inferí un desacuerdo de último momento con los daneses. De hecho, el inicio del juego se retrasaría. Esquivel continuaba su escándalo por los pasillos del Pachencho Romero, sin importarle el entorno. Pero eso no era lo más sorprendente, impactaba más observar  como el resto de comunicadores se alejaba de la escena, como si la ignorancia de lo que sucedía borraría el momento.

Cuando me senté en las gradas y conté lo sucedido, con la emoción del novato que cree descubrir una gran historia, recibí una catarata de relatos por los veteranos de la fuente. Comparadas con ellos, lo que  acababa de ver era una escena infantil. Al preguntar por qué nada de eso salía a la luz pública, detallaban  el poder del presidente de la FVF; los lazos que compartía con algunos dueños de medios y la amistad tranzada con jefes de secciones deportivas. En dos platos, no deseaban “meterse en un peo”. Y a manera de disculpa, cerraban: “Al final de cuentas, eso no le interesa a nadie”.

Cambió la generación de periodistas, pero no la situación. En una oportunidad, tras escribir una columna para Así es La Noticia (un medio popular que creó la C.A El Nacional), en la que hablaba de una situación irregular de la FVF por la inconsistencia de una facturación, me llamaron directamente desde el despacho. Me aseguraban que estaba equivocado, que me estaba dejando llevar por el lado oscuro de la fuerza. A los días, me enviaron un regalo. Se trataba de una especie de escultura. La descubrí al llegar a la oficina, después de una pauta.

El reino del miedo

Con el tiempo, pasé a formar parte de los que no viajaban gratis con la selección. Me convertí en “uno de los mariquitos esos”, como se refería Esquivel a los periodistas jóvenes que no le seguían la fiesta. La frase, por cierto, era celebrada por el resto de su equipo de trabajo. Paradójicamente, la situación generó que otros dirigentes, federativos y presidentes de asociaciones me contactaran. Sobornos, malversación, conflicto de intereses integraban el menú, aunque al precisarlos para que soportaran con pruebas lo dicho, declinaban. Y si solicitabas que declararan con nombre y apellido, salían corriendo.

¿Por qué tanto miedo?

Lo que hoy se conoce gracias al FBI, ya sucedía en Venezuela. Por ejemplo, Esquivel adjudicaba a dedo los derechos de transmisión del fútbol venezolano. Las condiciones no eran iguales y quedaban siempre a discreción del directivo. Directv y Meridiano no pagaban lo mismo por el mismo producto. No obstante, lo que sí aplicaba para ambos era la ley del silencio: si criticabas, salías de pantalla. Víctimas de este sistema fueron Octavio Sasso (Directv) e Ignacio Benedetti (Sport Plus). Por supuesto que la prensa también llevó lo suyo.

En el diario Líder, durante el seguimiento a los retrasos por el Centro de Alto Rendimiento (CAR), Esquivel trató de influenciar directamente en los periodistas, coordinadores y directores. Cuando no pudo, intentó que el dueño del medio, Miguel Ángel Capriles, obligara un cambio de línea editorial. La presión fue infructuosa. Los trabajos y columnas continuaron y no tuvo otra opción que ampararse en la prensa amiga para defenderse del retraso y oscuro manejo del presupuesto en el CAR.

¿Por qué oscuro?

Esquivel compró el terreno en el año 2000 a su hermano Luis y luego, mediante un inteligente ejercicio financiero, aumentó el espacio. Y ahora que estamos en ello, recomiendo leer en el trabajo del periodista Ewald Scharfenberg. Un detalle de esa investigación que deseo resaltar: “En este punto coinciden las versiones de Luis y Rafael Esquivel: quien impulsó la compra del terreno fue Laureano González“. Tras la detención de Esquivel, González es el presidente de facto de la FVF.

El 23 de enero de 2001 se colocó la primera piedra del CAR. Las fuentes oficiales explicaron que costaría tres millones de dólares. La FVF admitió contar con 2 millones en sus arcas. El resto sería producto de la comercialización y del proyecto Goal de FIFA, que patrocina el desarrollo de infraestructuras de sus asociados. La culminación de la obra se proyectó para 2003. Sin embargo, en 2004 no había nada. Luego de una visita de Joseph Blatter y la respectiva jalada de orejas, aparece una nueva fecha de entrega (2005), gracias al ingreso de dos protagonistas que no estaban en el reparto original: Polar y Pdvsa.

En 2008, un comunicado de la federación describe un nuevo panorama: “La FVF tiene sus ahorros por concepto de ayuda financiera de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), que asciende a 1 millón de dólares, y se contará con este dinero para aplicarlo en el avance de la construcción. Además, la obra contará con los recursos que entregará la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) por la participación del combinado vinotinto en la Copa América Venezuela 2007″. Para ese momento, y según el mismo boletín, se habían consumido 500 mil dólares aportados por FIFA, 2 millones de bolívares fuertes provenientes de empresas Polar y 400 mil bolívares fuertes aportados por el Ministerio del Poder Popular para el Deporte.

Para 2009, la deuda era enorme. A Esquivel no le quedó de otra que apuntar una nueva fecha en el calendario: agosto de 2011. Y ante la cruda realidad, solo prometió una etapa, que incluía las canchas y parte de la estructura principal. ¿Asumió la culpabilidad de lo sucedido? No. Según el federativo, Pdvsa era el responsable,  aún cuando su aporte no aparecía como necesario en el primer informe, como tampoco el de Polar, el de El Ministerio del Poder Popular para el Deporte y el de la Conmebol. Pero vamos a darle pause a la película.

¿Dijimos que en 2007 Venezuela recibiría un dinerito por participar en la Copa América? ¿Sí? Pues ese año, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Esquivel cobró un millón de dólares por apoyar a Traffic, empresa encargada de comercializar los derechos del torneo. Es más, desde 2003,la primera fecha fallida de entrega del CAR, a 2008, el presidente venezolano y otros dos dirigentes recibieron 3,5 millones de los verdes.

Play y volvamos al recuento. En 2009, a pesar de que se habían invertido más de 2 millones de dólares ($ 2,014,008), “sólo superados por los $3 Millones que requirieron los trabajos en Ecuador, el complejo de Margarita es el único que no ha sido inaugurado de aquellos proyectos aprobados en 2001″. El dato forma parte de los especiales del diario Líder sobre el CAR, que pueden descargar aquí. De hecho, Venezuela fue el país piloto para el proyecto Goal, y siendo el preferido de la clase, raspó.

En 2010, tras una serie de publicaciones y fotografías que realizara el mismo rotativo deportivo sobre el abandono de la infraestructura, la FVF decidió cerrar el acceso a los periodistas. Finalmente, lo inaugurarían en 2013, sin estar al 100%. En qué, como y cuándo se gastó cada dólar, nunca fue explicado. Pero el ente sí detalló quienes estuvieron ese glorioso día: “Eugenio Figueredo, vicepresidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), Eduardo Álvarez, Presidente del Comité Olímpico Venezolano; la Junta Directiva de la FVF; presidentes de las asociaciones y clubes del fútbol nacional, representantes de distintas federaciones deportivas del país, atletas y medios de comunicación”.

Por cierto, en todo este retraso, el hoy opositor número uno de Rafael Esquivel, César Farías (técnico de la vinotinto para entonces), sí tuvo algo que decir: “Lo que escribe Líder sobre el CAR son mentiras”. Así mantuvo el hombre que es acusado de malversar, blanquear y cobrar comisiones, su poder durante 28 años en Venezuela: con la complicidad.

Fuente Jovan Pulgarín/El Estímulo

Fotografía REUTERS/Carlos Garcia Rawlins

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