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Navdy es una de las empresas emergentes que han dado un toque futurista al debate sobre la distracción al volante, y cómo frenarla. Desde un smartphone, el aparato proyecta en el campo visual del conductor información y datos de conducción en directo.

Hay varias versiones de estos dispositivos en ciernes, pero suelen funcionar usando un proyector que recoge información del teléfono vía wireless y usa un sofisticado proceso óptico para hacer que la información —mapas, velocidad, mensajes entrantes, datos de la llamada y notificaciones de las redes sociales— flote sobre el tablero o el parabrisas.

Los gestos de la mano y el reconocimiento de voz permiten que los conductores respondan o cuelguen llamadas.

El aparato de Navdy no va a comercializarse hasta dentro de unos meses, y no está claro si funcionará con una gran fluidez. No obstante, en términos generales, el aparato entra en una categoría floreciente de tecnología para el carro y la seguridad al manejar.

Conduce, recibe mensajes, habla por teléfono, incluso interactúa en las redes sociales, y todo sin poner en peligro la seguridad, según varios creadores de los conocidos como “visualizadores frontales” (HUD, por sus siglas en inglés), que repiten una opinión adoptada por cada vez más fabricantes de carros que venden monitores integrados o situados sobre el tablero.

Algunos fabricantes también muestran información básica de la conducción, como la velocidad e instrucciones en cada curva, en un parabrisas especial, para que el conductor pueda seguir mirando al frente y no abajo, al tablero.

Estos dispositivos con pantallas emergentes han pasado a formar parte del debate sobre si la tecnología puede ofrecer formas más seguras para que la gente haga varias tareas mientras conduce.

Los partidarios de la seguridad argumentan que los dispositivos que intentan minimizar los peligros de la multitarea se basan en la premisa falsa de que los conductores pueden prestar atención a la carretera y estar seguros mientras hacen malabares en las redes sociales, cuando lo que en realidad hacen es fomentar un comportamiento arriesgado.

El argumento contrario lo reduce todo a una noción muy sencilla: los conductores van a hacerlo de todos modos, así que ¿por qué no reducir al mínimo las distracciones más arriesgadas, como agachar la cabeza para mirar el teléfono o manejarlo?

LS

Con información de El País.

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