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Actualmente el país enfrenta una creciente crisis en el abastecimiento de repuestos que afecta directamente la movilidad del ciudadano el cual recurre al transporte público para cumplir con sus obligaciones cotidianas. En la capital la crisis aumenta de la mano de la cantidad de personas que recurren al servicio.

Para septiembre de 2015 el diario El Universal citando a José Luis Montoya, presidente de la Central Única de Autos Libres y Por Puestos, aseguraba que al menos el 70% del transporte urbano se había paralizado por la escasez de repuestos.

Montoya aseguraba que la problemática que el Estado intento solucionar con el sistema para proveeduría de insumos no había sido solucionado y por el contrario había contribuido al mercado especulativo que “hace aparecer los repuestos pero a precios impensables”.

El déficit parece haberse acentuado en este 2016 atentando, incluso, con la sobrevivencia de los transportistas que han optado por reducir las jornadas laborales para evitar el desgaste de las unidades, “preferimos trabajar poco que accidentarnos” sentencio Álvaro Páez, conductor de la línea Plaza Vanezuela-Cementerio.

Las colas no son exclusivas de los automercados

Además de jornadas reducidas, el caraqueño debe enfrentar una baja en la oferta vehicular debido a que la gran mayoría de las líneas mantienen unidades paradas por falta de insumos para reparar fallas o incluso hacer los mantenimientos más básicos.

En la línea Sur-Este que carga en las adyacencias del metro Chacaíto permanecen fuera de servicio al menos 27 unidades que no han podido ser reparadas, así lo informó José Bastidas, conductor con más de 20 años de servicio en esta zona.

Por lo menos ocho de cada diez pasajeros aseguró a la redacción de Doble Llave sentirse afectado por la reducción de camionetas, debido a  que se ven obligados a permanecer horas en cola para poder llegar a su casa, esto sin contar la inseguridad que deben sortear.

Por su parte, los antiguos autobuses Mercedes Benz que transportan usuarios desde El Cementerio hasta Catia han visto mermada sus oportunidades de reparar una unidad porque “entre más viejo sea el carro menos oportunidades tiene de encontrar un repuesto”, sentenció Noel Marquina, fiscal del colectivo.

Baterías y cauchos es lo que más escasea

La odisea de conseguir una batería no es un malestar único de quienes tienen vehículo particular, los transportistas del servicio público coinciden en que este producto es el más complicado de encontrar.

Osfaldo Briceño, fiscal de la línea Propatria-Carmelitas, aseguró que “existe toda una mafia para comprar una batería y cauchos, lo que tiene a todo el servicio de manos atadas”, obligándolos a pagar hasta cuatro veces el costo para poder trabajar.

“Las camionetas pueden funcionar con algunas fallitas pero la batería es algo muy delicado porque compromete al motor”, aseguró Briceño, quien además hizo hincapié en que la corrupción invadió la proveeduría de insumos y resulta igual buscar un repuesto ahí o en una tienda normal.

El problema del transporte público avanza vertiginosamente, “cada vez hay menos unidades en la calle y las que se mantienen andan con un mal mantenimiento”, afirmó Ignacio Narváez, conductor de 25 años de experiencia que se encuentra sin trabajar por la falta de insumos para reparar su unidad.

Narváez concluyó:

“el problema de los repuestos atenta contra el trabajo de los transportistas y la seguridad de los usuarios que además de enfrentar largas colas andan en camionetas propensas a cualquier accidente”.

Yelimar Requena

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