El procedimiento de elaboración de esta herramienta purificante es así: se cultivan en el laboratorio unas bacterias que generan capas de fibra de celulosa a nanoescala. Mientras eso ocurre, los investigadores agregan escamas de óxido de grafeno para unirlas a la celulosa.
El resultado es una espuma que tiene una estructura de dos capas: una superior de nanocelulosa con óxido de grafeno que absorbe la luz, y una de nanocelulosa pura en la parte inferior.
Una vez que se coloca el material en el agua, las fibras dirigen el líquido hacia la capa de la superficie, donde se produce la evaporación con el calor generado por el óxido de grafeno y la luz solar. Después de este proceso, el agua queda purificada y lista para el consumo.
«El proceso es muy sencillo», afirma Srikahth Singamaneni, director de la investigación. «La belleza es que la red de fibra de celulosa tiene una excelente capacidad para llevar el agua hacia la superficie de evaporación y, al mismo tiempo, reducir al mínimo el calor que llega hacia abajo».
Angélica Rodríguez.
Con información de msnnoticias.
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