El próximo 20 de enero se declarará al millonario empresario como el presidente número 45 de los Estados Unidos
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DOBLE LLAVE – El 8 de noviembre de 2016, Estados Unidos dio un salto a lo desconocido al elegir como presidente a un millonario sin experiencia política a quien los «reality shows» habían servido de plataforma para su transformación en candidato.

El triunfo electoral de Donald Trump dejó al descubierto un Estados Unidos que había estado oculto hasta entonces, ese en el que reina el malestar hacia la clase la política, el que clama contra Washington DC porque allí ve el origen de sus males económicos y sociales.

Trump puso voz a la ira y los miedos de una parte de los estadounidenses, que votaron por él para dinamitar el sistema y así situaron a la primera potencia mundial y al resto del Globo ante la incertidumbre.

El 20 de enero de 2017, a los 70 años, Donald Trump se convertirá en el presidente número 45 de Estados Unidos. Será a partir de ahí cuando comiencen a despejarse las incógnitas que su victoria ha puesto sobre la mesa.

Estará al frente de un gabinete sobre el que es difícil avanzar cómo será la convivencia entre generales, políticos conservadores y representantes empresariales y de Wall Street y gobernará en un país profundamente dividido entre quienes esperan su llegada con ardor y quienes lo rechazan visceralmente.

«No he hecho nada para dividir a los estadounidenses, estaban ya divididos», dijo tras ser elegido personaje del año por la revista «Time». La publicación acompañó en portada la imagen del presidente electo con la leyenda «Divided States of America» (Estados Divididos de América). «Es difícil medir la magnitud de su irrupción», escribió su editora jefe, Nancy Gibs.

Su objetivo, dijo Trump en campaña, es «hacer América grande otra vez». Tras ganar las elecciones, ese es el nombre que su equipo de transición dio a su página web (greatagain.gov). A partir del 20 de enero será cuando se empiece la aplicación práctica del lema.

Imprevisible e irascible, Trump coquetea con el racismo, exhibe su admiración por el ruso Vladimir Putin, amenaza con no cumplir los compromisos con la OTAN, quiere expulsar a 11 millones de indocumentados, construir y hacer pagar México un muro, amenaza con dar marcha atrás en la apertura a Cuba, arremete contra periódicos y televisiones desde Twitter.

Su discurso económico es proteccionista. Sacará a Estados Unidos del NAFTA si México y Canadá, los dos socios en ese tratado de libre comercio, no se avienen a renegociar. Ha anunciado que nada más llegar a la Casa Blanca retirará al país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), el tratado comercial entre Estados Unidos y 11 socios. Promete que bajará impuestos e invertirá millones en infraestructuras.

En algunas de las promesas electorales ya se ha retractado, entre ellas la persecución y el encarcelamiento con los que amenazó a su contrincante, la demócrata Hillary Clinton, contra quien llegó a sugerir a sus seguidores el uso de violencia.

«El próximo presidente de Estados Unidos y yo no podíamos ser más diferentes», ha dicho Barack Obama, quien no obstante decidió salir a pedir calma. «La democracia estadounidense es más grande que una sola persona», dijo en su gira de despedida a sus socios europeos.

Ocho años después de llegar a la Casa Blanca en medio de una ola de entusiasmo tanto en su país como en el exterior, el primer presidente negro de Estados Unidos abandonará el puesto con una aprobación ciudadana superior al 55%, una cifra que supone un récord. La economía está cerca del pleno empleo, y los salarios y la demanda están creciendo. El 20 de enero entregará el testigo a un hombre que ha prometido destruir el legado de sus dos Gobiernos.

Por Sara Barderas (dpa)

Tomado de El Sumario.

Fotografía REUTERS/Shannon Stapleton/File Photo.

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