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El Sumario – La Casa de Estudio de la Historia de Venezuela, Lorenzo A. Mendoza Quintero, ubicada en pleno centro de Caracas específicamente entre Veroes a Jesuitas 22 y 24, Boulevard Panteón Nacional, Parroquia Altagracia, se mantiene entera y de puertas abiertas para recibir a todo aquel que desee dar un viaje por la historia de una ciudad marcada por sus arepas, el béisbol, y muchas otras riquezas.

La también conocida Casa Veroes nos abrió sus puertas gracias a un recorrido organizado por Caracas en 450, un emprendimiento urbano creado por la periodista Mirelis Morales, que busca promover el turismo en la ciudad.

Este paseo arrancó a las 9:30 de la mañana en la Plaza Francia, en Altamira, donde el grupo de aventureros nos encontramos para degustar no solo un parte de la capital, sino también unos deliciosos golfeados, pero eso se los contaremos más adelante.

En la Casa de la Historia Lorenzo A. Mendoza Quintero nos recibió Susana, la encargada de que en aquella casona familiar todo permanezca en su santo lugar. Con mucho entusiasmo y jocosidad nos reveló detalles íntimos de una familia conocida en Venezuela por ser la fundadora de Empresas Polar, una compañía que creó un ícono en Venezuela y el mundo: la Harina P.A.N, alimento hecho a base de maíz que se usa para hacer arepas.

Además, Polar también en reconocida por su imperio cervecero y por la malta (Maltín Polar) esta última, una bebida muy preciada por los venezolanos y de que disfrutamos al final del recorrido, para cerrar con broche de oro, el recorrido por estas instalaciones.

En ese sentido, Susana nos contó que la familia Mendoza no comenzó con el negocio de las cervezas, sino en el de las velas, que para aquel momento se llamó “Velas Estéaricas Mendoza” y que la incursión en los alimentos vino un poco después.

Este lugar también es rico en su arquitectura, que data de 1761, y por sus pisos de diferentes mosaicos, artículos invaluables por su elaboración y proceso artesanal. Al llegar aquí es imposible que la mirada no se vaya para abajo pues en cada paso que das, te cruzas con una figura distinta que denota su carácter especial. Otra característica de Casa Veroes es el olor a madera y a antigüedad que percibes al atravesar las puertas, cada adorno fue perfectamente diseñado y restaurado para exhibirlo al público desde que abrieron sus puertas al público en 2001, desde entonces ofrecen actividades culturales, educativas y de esparcimiento.

La Casa de Lorenzo A. Mendoza Quintero es un lugar que aviva el arraigo, un espacio donde el orgullo de ser venezolano se siente en cada uno de sus rincones, tanto es así que en la biblioteca puedes adquirir el libro “Cuéntame maíz”, ejemplar que te echa todo el cuento sobre el origen de esta planta icónica en la alimentación criolla pues de ella se desprenden platos como la cachapa o las antes mencionadas arepas.

Este es un lugar que emana cultura y donde el empeño por hacer las cosas bien es lo primero, pasar un rato aquí se traduce en reencontrarte con un país que se desdibuja y que pide a gritos que no se pierda el orgullo y el amor por sus tradiciones.

En el patio trasero es común ver a los viejitos leyendo los periódicos que son dispuestos en una reliquia hecha de madera, de un lado está una fuente y al otro extremo un pasillo que colinda con el Café Casa Veroes, un restaurante donde pueden degustarse platos tradicionales de la cocina mantuana, uno de sus más famosos es el “Pabellón Parao”. Sin duda, un espacio que conecta con varios siglos atrás y lo más importante un lugar donde se respira paz, respeto y el valor por las letras.

Más allá de la Casa Veroes

Si bien es cierto que desde hace varias décadas la Casa Veroes adoptó el rostro de la Casa de Lorenzo A. Mendoza Quintero, su pasado va más allá que el rostro la reconocida familia de empresarios venezolanos; la historia de esta edificación se caracteriza por haber sido el albergue del Colegio de la Compañía de Jesús, la Real Casa de la Moneda y el Batallón de Veteranos de Caracas.

Luego de recorrer y apreciar la armonía que hay entre los ambientes naturales, la modernidad de su restaurante y la antigüedad de cada pieza de esta casona, el equipo de Caracas en 450, nos llevó a Café Artesano, un café que deleita a los capitalinos con una amplia y peculiar oferta de cafés, que tienen la capacidad de elevar los sentidos de quien los prueba, gracias a sus variopintas mezclas.

Ubicada central de Catedarl, al entrar, algunos optaron por un marietta, un latte con brandy; otros por un clásico mocaccino; y nosotros por un guaro, un expreso, con azúcar de naranja y cocuy, sindo este último, una exquisitez, gracias al contraste de sabores que despierta en el paladar.

Este descanso sirvió para compartir mucho más que nuestras impresiones del recorrido por la Casa Veroes y sacar a flote lo que nos caracteriza como venezolanos: compartir una amena conversación en compañía de nuestras respectivas bebidas y un suculento golfeado o panquesito de chispas de chocolates.

La selección de este espacio fue realizado por ser uno de los tantos locales icónicos de la ciudad cuya historia fue incluida en el libro de Caracas en 450; y además por ser uno de los establecimiento que, desde hace algunos años, han servido para ofrecer al Centro, un rincón donde compartir una amena charla o una deliciosa bebida.

Ariadna García / @Ariadnalimon

Bárbara Méndez / @barbie_zml

Fotos: @Rafarias86

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